2 views
En las Tierras Rojas de Atlántida / In the Scarlet Sands of Atlantis
En las Tierras Rojas de Atlántida (Spanish version)
En lo profundo de las Tierras Rojas de Atlántida, donde la arena roja se fundía con el cielo anaranjado, vivía una joven llamada Anya. Desde pequeña, Anya soñaba con surcar los cielos en su propio dirigible, explorando las vastas extensiones del continente y descubriendo los secretos que este escondía. Sin embargo, su sueño se veía empañado por el miedo al fracaso. Las historias de intrépidos exploradores que habían perecido en sus travesías la atemorizaban, sembrando dudas en su corazón.
Anya observaba con admiración a su abuelo, un experimentado aeronauta que le contaba historias de sus viajes por las Tierras Rojas. Él le decía que el verdadero error no residía en probar diferentes rutas para alcanzar nuestros objetivos, sino en quedarnos paralizados por el pavor al fracaso. El camino hacia el éxito, le explicaba, estaba pavimentado con intentos fallidos, y cada tropiezo nos acercaba un paso más a la meta final.
Inspirada por las palabras de su abuelo, Anya decidió enfrentar sus miedos y construir su propio dirigible. Con la ayuda de su abuelo y su propia determinación, se dedicó en cuerpo y alma a su proyecto. Durante meses, trabajó incansablemente, enfrentando cada obstáculo con valentía y perseverancia.
Finalmente, el día llegó. Anya estaba lista para emprender su primer viaje. Su corazón latía con fuerza mientras ascendía hacia el cielo, dejando atrás las Tierras Rojas y adentrándose en lo desconocido. El viento azotaba su rostro y la inmensidad del continente se extendía ante sus ojos, llena de promesas y aventuras.
El viaje no estuvo exento de dificultades. Anya se enfrentó a tormentas de arena, fallas mecánicas y momentos de soledad y duda. Sin embargo, nunca se rindió. Cada tropiezo la hacía más fuerte, más resiliente. Recordaba las palabras de su abuelo y se aferraba a su sueño con más determinación.
Tras semanas de surcar los cielos anaranjados de las Tierras Rojas, Anya finalmente divisó su destino: una ciudad imponente que parecía emerger de las arenas como un espejismo. A medida que se acercaba, los detalles de la ciudad se hacían más claros, revelando una arquitectura majestuosa y un pasado lleno de enigmas.
La ciudad estaba construida con un material pétreo de un color rojo intenso, casi como si la propia arena de las Tierras Rojas se hubiera solidificado para darle forma. Las calles empedradas serpenteaban entre imponentes estructuras que se elevaban hacia el cielo, adornadas con intrincados grabados que representaban escenas de una civilización avanzada y misteriosa.
Anya descendió su dirigible con cuidado, sintiendo una mezcla de emoción y respeto por la grandeza que la rodeaba. Al pisar las calles polvorientas, la joven exploradora se sintió transportada a otra era, como si hubiera viajado en el tiempo para descubrir los secretos de una civilización olvidada.
Los edificios, aunque desgastados por el paso del tiempo, conservaban su grandiosidad. Templos con torres que rozaban las nubes, plazas públicas donde resonaban ecos de antiguas celebraciones, y palacios que albergaban los secretos de una realeza perdida. Anya exploraba cada rincón con fascinación, imaginando la vida que alguna vez había bullicio en ese lugar.
En el centro de la ciudad, Anya descubrió una gran biblioteca, sus estantes repletos de libros polvorientos que contenían el conocimiento de la civilización ancestral. Con manos temblorosas, abrió uno de los libros, revelando páginas llenas de escritura indescifrable y dibujos que parecían contar historias de un mundo mágico y lejano.
Anya pasó días explorando la ciudad perdida, documentando cada detalle y tratando de comprender la historia de la civilización que la había construido. Cada descubrimiento alimentaba su curiosidad y la acercaba a desentrañar los misterios que rodeaban a este lugar olvidado.
Sin embargo, Anya también era consciente de que no podía quedarse para siempre en la ciudad perdida. Su dirigible no tenía suficiente combustible para regresar y ella no estaba preparada para enfrentar los peligros del desierto por sí misma. Con un toque de tristeza, decidió que era hora de partir, dejando atrás la ciudad con la esperanza de regresar algún día y revelar sus secretos al mundo.
A su regreso, Anya fue recibida como una heroína. Su historia de perseverancia y valentía inspiró a otros a perseguir sus sueños sin importar los obstáculos. Anya comprendió que el verdadero éxito no reside en la ausencia de fracasos, sino en la capacidad de levantarnos después de cada caída y seguir adelante con más fuerza y determinación.
A partir de ese día, Anya se convirtió en una exploradora incansable, surcando los cielos de las Tierras Rojas y descubriendo nuevos lugares y culturas. Su historia se convirtió en una leyenda, un recordatorio de que el camino hacia el éxito está pavimentado con intentos fallidos, y que solo aquellos que se atreven a explorar y experimentar son quienes, en última instancia, cosechan los frutos de su perseverancia.
In the Scarlet Sands of Atlantis (English version)
Deep within the Scarlet Sands of Atlantis, where the crimson sand merged with the fiery orange sky, lived a young woman named Anya. Since childhood, Anya had dreamed of soaring through the skies in her own airship, exploring the vast expanse of the continent and uncovering the secrets it held. However, her dreams were clouded by the fear of failure. The tales of intrepid explorers who had perished on their journeys terrified her, sowing doubt in her heart.
Anya would gaze with admiration at her grandfather, a seasoned aeronaut who would regale her with stories of his voyages across the Scarlet Sands. He would tell her that the true mistake lay not in trying different routes to reach our goals, but in being paralyzed by the fear of failure. The path to success, he explained, was paved with failed attempts, and each stumble brought us one step closer to our final destination.
Inspired by her grandfather's words, Anya decided to confront her fears and build her own airship. With her grandfather's guidance and her own determination, she poured her heart and soul into her project. For months, she worked tirelessly, facing each obstacle with courage and perseverance.
Finally, the day arrived. Anya was ready to embark on her maiden voyage. Her heart pounded as she ascended into the sky, leaving behind the Scarlet Sands and venturing into the unknown. The wind whipped against her face, and the vastness of the continent stretched out before her eyes, filled with promises and adventures.
The journey was not without its challenges. Anya faced sandstorms, mechanical failures, and moments of loneliness and doubt. However, she never gave up. Each setback made her stronger, more resilient. She remembered her grandfather's words and clung to her dream with even greater determination.
After weeks of traversing the fiery orange skies of the Scarlet Sands, Anya finally spotted her destination: an imposing city that seemed to emerge from the sands like a mirage. As she drew closer, the details of the city became clearer, revealing majestic architecture and a past steeped in enigmas.
The city was constructed from a stone material of an intense red color, almost as if the very sand of the Scarlet Sands had solidified to give it form. Cobblestone streets snaked between towering structures that soared towards the sky, adorned with intricate carvings depicting scenes of an advanced and mysterious civilization.
Anya carefully descended her airship, feeling a mix of excitement and respect for the grandeur that surrounded her. As she stepped onto the dusty streets, the young explorer felt transported to another era, as if she had traveled through time to uncover the secrets of a forgotten civilization.
The buildings, though weathered by time, retained their grandeur. Temples with spires that brushed the clouds, public squares where echoes of ancient celebrations reverberated, and palaces that held the secrets of a lost royalty. Anya explored every corner with fascination, imagining the life that had once bustled in this place.
In the heart of the city, Anya discovered a grand library, its shelves lined with dusty books that held the knowledge of the ancient civilization. With trembling hands, she opened one of the books, revealing pages filled with indecipherable script and drawings that seemed to tell tales of a magical and distant world.
Anya spent days exploring the lost city, documenting every detail and trying to piece together the history of the civilization that had built it. Each discovery fueled her curiosity and brought her closer to unraveling the mysteries that surrounded this forgotten place.
However, Anya was also aware that she could not stay in the lost city forever. Her airship did not have enough fuel to return, and she was not prepared to face the dangers of the desert alone. With a hint of sadness, she decided it was time to depart, leaving behind the city with the hope of returning one day and revealing its secrets to the world.
Upon her return, Anya was hailed as a hero. Her story of perseverance and courage inspired others to pursue their dreams no matter the obstacles. Anya understood that true success lies not in the absence of failures, but in the ability to pick ourselves up after each fall and move forward with greater strength and determination.
From that day forward, Anya became a tireless explorer, soaring through the skies of the Scarlet Sands and discovering new places and cultures. Her story became a legend, a reminder that the path to success is paved with failed attempts, and that only those who dare to explore and experience are the ones who ultimately reap the rewards of their perseverance.
© Roberto R. Díaz Blanco
En lo profundo de las Tierras Rojas de Atlántida, donde la arena roja se fundía con el cielo anaranjado, vivía una joven llamada Anya. Desde pequeña, Anya soñaba con surcar los cielos en su propio dirigible, explorando las vastas extensiones del continente y descubriendo los secretos que este escondía. Sin embargo, su sueño se veía empañado por el miedo al fracaso. Las historias de intrépidos exploradores que habían perecido en sus travesías la atemorizaban, sembrando dudas en su corazón.
Anya observaba con admiración a su abuelo, un experimentado aeronauta que le contaba historias de sus viajes por las Tierras Rojas. Él le decía que el verdadero error no residía en probar diferentes rutas para alcanzar nuestros objetivos, sino en quedarnos paralizados por el pavor al fracaso. El camino hacia el éxito, le explicaba, estaba pavimentado con intentos fallidos, y cada tropiezo nos acercaba un paso más a la meta final.
Inspirada por las palabras de su abuelo, Anya decidió enfrentar sus miedos y construir su propio dirigible. Con la ayuda de su abuelo y su propia determinación, se dedicó en cuerpo y alma a su proyecto. Durante meses, trabajó incansablemente, enfrentando cada obstáculo con valentía y perseverancia.
Finalmente, el día llegó. Anya estaba lista para emprender su primer viaje. Su corazón latía con fuerza mientras ascendía hacia el cielo, dejando atrás las Tierras Rojas y adentrándose en lo desconocido. El viento azotaba su rostro y la inmensidad del continente se extendía ante sus ojos, llena de promesas y aventuras.
El viaje no estuvo exento de dificultades. Anya se enfrentó a tormentas de arena, fallas mecánicas y momentos de soledad y duda. Sin embargo, nunca se rindió. Cada tropiezo la hacía más fuerte, más resiliente. Recordaba las palabras de su abuelo y se aferraba a su sueño con más determinación.
Tras semanas de surcar los cielos anaranjados de las Tierras Rojas, Anya finalmente divisó su destino: una ciudad imponente que parecía emerger de las arenas como un espejismo. A medida que se acercaba, los detalles de la ciudad se hacían más claros, revelando una arquitectura majestuosa y un pasado lleno de enigmas.
La ciudad estaba construida con un material pétreo de un color rojo intenso, casi como si la propia arena de las Tierras Rojas se hubiera solidificado para darle forma. Las calles empedradas serpenteaban entre imponentes estructuras que se elevaban hacia el cielo, adornadas con intrincados grabados que representaban escenas de una civilización avanzada y misteriosa.
Anya descendió su dirigible con cuidado, sintiendo una mezcla de emoción y respeto por la grandeza que la rodeaba. Al pisar las calles polvorientas, la joven exploradora se sintió transportada a otra era, como si hubiera viajado en el tiempo para descubrir los secretos de una civilización olvidada.
Los edificios, aunque desgastados por el paso del tiempo, conservaban su grandiosidad. Templos con torres que rozaban las nubes, plazas públicas donde resonaban ecos de antiguas celebraciones, y palacios que albergaban los secretos de una realeza perdida. Anya exploraba cada rincón con fascinación, imaginando la vida que alguna vez había bullicio en ese lugar.
En el centro de la ciudad, Anya descubrió una gran biblioteca, sus estantes repletos de libros polvorientos que contenían el conocimiento de la civilización ancestral. Con manos temblorosas, abrió uno de los libros, revelando páginas llenas de escritura indescifrable y dibujos que parecían contar historias de un mundo mágico y lejano.
Anya pasó días explorando la ciudad perdida, documentando cada detalle y tratando de comprender la historia de la civilización que la había construido. Cada descubrimiento alimentaba su curiosidad y la acercaba a desentrañar los misterios que rodeaban a este lugar olvidado.
Sin embargo, Anya también era consciente de que no podía quedarse para siempre en la ciudad perdida. Su dirigible no tenía suficiente combustible para regresar y ella no estaba preparada para enfrentar los peligros del desierto por sí misma. Con un toque de tristeza, decidió que era hora de partir, dejando atrás la ciudad con la esperanza de regresar algún día y revelar sus secretos al mundo.
A su regreso, Anya fue recibida como una heroína. Su historia de perseverancia y valentía inspiró a otros a perseguir sus sueños sin importar los obstáculos. Anya comprendió que el verdadero éxito no reside en la ausencia de fracasos, sino en la capacidad de levantarnos después de cada caída y seguir adelante con más fuerza y determinación.
A partir de ese día, Anya se convirtió en una exploradora incansable, surcando los cielos de las Tierras Rojas y descubriendo nuevos lugares y culturas. Su historia se convirtió en una leyenda, un recordatorio de que el camino hacia el éxito está pavimentado con intentos fallidos, y que solo aquellos que se atreven a explorar y experimentar son quienes, en última instancia, cosechan los frutos de su perseverancia.
In the Scarlet Sands of Atlantis (English version)
Deep within the Scarlet Sands of Atlantis, where the crimson sand merged with the fiery orange sky, lived a young woman named Anya. Since childhood, Anya had dreamed of soaring through the skies in her own airship, exploring the vast expanse of the continent and uncovering the secrets it held. However, her dreams were clouded by the fear of failure. The tales of intrepid explorers who had perished on their journeys terrified her, sowing doubt in her heart.
Anya would gaze with admiration at her grandfather, a seasoned aeronaut who would regale her with stories of his voyages across the Scarlet Sands. He would tell her that the true mistake lay not in trying different routes to reach our goals, but in being paralyzed by the fear of failure. The path to success, he explained, was paved with failed attempts, and each stumble brought us one step closer to our final destination.
Inspired by her grandfather's words, Anya decided to confront her fears and build her own airship. With her grandfather's guidance and her own determination, she poured her heart and soul into her project. For months, she worked tirelessly, facing each obstacle with courage and perseverance.
Finally, the day arrived. Anya was ready to embark on her maiden voyage. Her heart pounded as she ascended into the sky, leaving behind the Scarlet Sands and venturing into the unknown. The wind whipped against her face, and the vastness of the continent stretched out before her eyes, filled with promises and adventures.
The journey was not without its challenges. Anya faced sandstorms, mechanical failures, and moments of loneliness and doubt. However, she never gave up. Each setback made her stronger, more resilient. She remembered her grandfather's words and clung to her dream with even greater determination.
After weeks of traversing the fiery orange skies of the Scarlet Sands, Anya finally spotted her destination: an imposing city that seemed to emerge from the sands like a mirage. As she drew closer, the details of the city became clearer, revealing majestic architecture and a past steeped in enigmas.
The city was constructed from a stone material of an intense red color, almost as if the very sand of the Scarlet Sands had solidified to give it form. Cobblestone streets snaked between towering structures that soared towards the sky, adorned with intricate carvings depicting scenes of an advanced and mysterious civilization.
Anya carefully descended her airship, feeling a mix of excitement and respect for the grandeur that surrounded her. As she stepped onto the dusty streets, the young explorer felt transported to another era, as if she had traveled through time to uncover the secrets of a forgotten civilization.
The buildings, though weathered by time, retained their grandeur. Temples with spires that brushed the clouds, public squares where echoes of ancient celebrations reverberated, and palaces that held the secrets of a lost royalty. Anya explored every corner with fascination, imagining the life that had once bustled in this place.
In the heart of the city, Anya discovered a grand library, its shelves lined with dusty books that held the knowledge of the ancient civilization. With trembling hands, she opened one of the books, revealing pages filled with indecipherable script and drawings that seemed to tell tales of a magical and distant world.
Anya spent days exploring the lost city, documenting every detail and trying to piece together the history of the civilization that had built it. Each discovery fueled her curiosity and brought her closer to unraveling the mysteries that surrounded this forgotten place.
However, Anya was also aware that she could not stay in the lost city forever. Her airship did not have enough fuel to return, and she was not prepared to face the dangers of the desert alone. With a hint of sadness, she decided it was time to depart, leaving behind the city with the hope of returning one day and revealing its secrets to the world.
Upon her return, Anya was hailed as a hero. Her story of perseverance and courage inspired others to pursue their dreams no matter the obstacles. Anya understood that true success lies not in the absence of failures, but in the ability to pick ourselves up after each fall and move forward with greater strength and determination.
From that day forward, Anya became a tireless explorer, soaring through the skies of the Scarlet Sands and discovering new places and cultures. Her story became a legend, a reminder that the path to success is paved with failed attempts, and that only those who dare to explore and experience are the ones who ultimately reap the rewards of their perseverance.
© Roberto R. Díaz Blanco
