Martina y Gabriel (Spanish version)

En un rincón olvidado de la ciudad, donde las luces de neón parpadean y los corazones se cruzan sin saberlo, nació una historia de amor imposible. Sus protagonistas, Martina y Gabriel , eran dos almas errantes que se encontraron en el momento menos esperado.

Martina, una artista callejera con ojos de tormenta y cabello de fuego, pintaba sus sueños en las paredes grises de la ciudad. Sus trazos hablaban de pasión, de luchas internas y de anhelos inalcanzables. Gabriel, en cambio, era un ejecutivo atrapado en un mundo de números y ambiciones. Su mirada cansada escondía un corazón que ansiaba escapar de las cadenas del deber.

Un día, mientras Martina dibujaba un ángel caído en una esquina solitaria, Gabriel pasó por su lado. Sus ojos se encontraron, y en ese instante, el tiempo se detuvo. Había algo en la forma en que Martina sostenía el pincel y en cómo Gabriel la observaba. Era como si sus almas se reconocieran, a pesar de las diferencias abismales que los separaban.

Comenzaron a cruzarse en las calles, siempre a la misma hora. Gabriel se detenía a escuchar las notas melancólicas de la guitarra de Martina, y ella sonreía al verlo. Sus conversaciones eran breves pero intensas. Hablaban de arte, de sueños rotos y de la belleza efímera de la vida. Martina le mostraba sus murales ocultos, y Gabriel compartía sus anhelos de libertad.

Pero el destino es un maestro cruel. Martina tenía un secreto: una enfermedad que consumía su cuerpo lentamente. Gabriel, ajeno a su dolor, soñaba con un futuro donde pudieran escapar juntos, lejos de las sombras de la ciudad. Pero el tiempo se agotaba, y Martina sabía que su amor era un reloj de arena que se desvanecía entre sus dedos.

Una noche, bajo la lluvia, Martina le confesó su verdad a Gabriel. Sus lágrimas se mezclaron con las gotas que caían del cielo. “No podemos estar juntos”, susurró. “Mi tiempo se acaba”. Gabriel la abrazó con fuerza, sintiendo cómo su corazón se rompía en mil pedazos. “No importa”, dijo. “Prefiero vivir un instante contigo que una eternidad sin ti”.

Así, en medio de la oscuridad y el dolor, Martina y Gabriel se amaron como si el mundo se desmoronara a su alrededor. Sus besos eran desesperados, sus caricias eternas. Se prometieron que, aunque sus cuerpos se separaran, sus almas seguirían entrelazadas en el recuerdo de aquel amor imposible.

Y así fue como Martina pintó su último mural: un ángel con alas rotas, sosteniendo una rosa marchita. Gabriel lo contempló desde la distancia, sabiendo que su musa había partido. Pero en su corazón, el amor de Martina seguía ardiendo como una llama inextinguible.

Dicen que aún hoy, cuando la lluvia cae sobre la ciudad, se escuchan las notas de la guitarra de Martina y se ven destellos de colores en las paredes. Es el recuerdo de un amor que desafió todas las barreras, que trascendió el tiempo y el espacio. La historia de Martina y Gabriel, un amor imposible que sigue latiendo en los rincones más oscuros de la ciudad.


Martina and Gabriel (English version)

In a forgotten corner of the city, where neon lights flicker and hearts unknowingly cross paths, a story of impossible love was born. Its protagonists, Martina and Gabriel, were two wandering souls who found each other at the least expected moment.

Martina, a street artist with stormy eyes and fiery hair, painted her dreams on the gray walls of the city. Her strokes spoke of passion, inner struggles, and unattainable longings. Gabriel, on the other hand, was an executive trapped in a world of numbers and ambitions. His tired gaze hid a heart that longed to escape the chains of duty.

One day, while Martina was drawing a fallen angel on a lonely corner, Gabriel passed by her. Their eyes met, and at that moment, time stopped. There was something in the way Martina held the brush and how Gabriel watched her. It was as if their souls recognized each other, despite the abysmal differences that separated them.

They began to cross paths in the streets, always at the same time. Gabriel would stop to listen to the melancholic notes of Martina's guitar, and she would smile when she saw him. Their conversations were brief but intense. They talked about art, broken dreams, and the ephemeral beauty of life. Martina showed him her hidden murals, and Gabriel shared his longings for freedom.

But fate is a cruel master. Martina had a secret: an illness that slowly consumed her body. Gabriel, oblivious to her pain, dreamed of a future where they could escape together, far from the shadows of the city. But time was running out, and Martina knew that their love was an hourglass that vanished between her fingers.

One night, in the rain, Martina confessed her truth to Gabriel. Her tears mixed with the drops falling from the sky. "We can't be together," she whispered. "My time is running out." Gabriel hugged her tightly, feeling his heart break into a thousand pieces. "It doesn't matter," he said. "I'd rather live an instant with you than an eternity without you."

Thus, in the midst of darkness and pain, Martina and Gabriel loved each other as if the world was falling apart around them. Their kisses were desperate, their caresses eternal. They promised each other that, even though their bodies would separate, their souls would remain intertwined in the memory of that impossible love.

And so it was that Martina painted her last mural: an angel with broken wings, holding a withered rose. Gabriel contemplated it from a distance, knowing that his muse had left. But in his heart, Martina's love still burned like an inextinguishable flame.

They say that even today, when the rain falls on the city, you can hear the notes of Martina's guitar and see flashes of colors on the walls. It is the memory of a love that defied all barriers, that transcended time and space. The story of Martina and Gabriel, an impossible love that still beats in the darkest corners of the city.

© Roberto R. Díaz Blanco