...

6 views

¿Cómo querer a un desconocido?
Como querer a un desconocido.

Sin duda alguna ley básica de la humanidad, de ese cacho de gran porcentaje donde queremos, extrañamos y más.

Yo lo ví, lo ví caminando de esa manera tan relajada que lo acompaña cada mañana, sonreía mientras hablaba, y el sol le pegaba en la mirada, charlaba con sus amigos, con esa forma tan extrovertida de ser, su semblante divertido y sus expresiones rebuscadas, carcajeaba junto a su mejor amigo.

Paseaba alegre por los corredizos y patios, cualquiera que lo mirará se daría cuenta de su humor divertido y sabría decir que la estaba pasando genial. También lo vi cuando bajaba por las escaleras, bajaba algo apresurado y con paso corto a la vez, tal vez con cuidado de no caer, mirando al suelo y bajando con la mano en el barandal hasta llegar al final de estas donde doblo a la derecha con paso firme y confiado mientras se perdía de mi ambigua mirada.

Lo escuché también, lo escucho cada que habla y cada que ríe, lo escuché ahí, esperando su turno mientras hacía bromas a la chica que tenía enfrente, ella reía coqueta y él le aconpañaba mirándola, él se escuchaba tan entusiasmado por sus nuevos logros, le presumía su activo día y sus nuevos pasatiempos.

Lo escuche cantar, esa canción que a veces tendía a repetir, mientras sus amigos le gritaban que se callara y él jugetonamente les respondía con iconicas burlas.

Recuerdo verlo frente a la ventana de aquel segundo piso, él miraba el cielo y yo lo veía a él, disfrutaba de la brisa y yo de la vista, era feliz y más cuando alguien más llego, la puso a su lado y jugar fue su siguiente movimiento, se acercaba tanto y sonreía con entusiasmo mientra recargaba su codo en la ventana y su mejilla en su palma y a la vez yo me alejaba y caminaba.

Yo lo toque, por un segundo sentí sus dedos rosando mi mano, él tomo el bolígrafo que yo tenía y con el mismo firmo unos documentos, tan concentrado que parecía irreal, tan rápido que se veía apresurado, y es que ese toque fue el más grande choque entre mis ansías de volver a repetirlo una y otra vez ahí adentro, dentro de mi corazón que se apresuro en segundos con aquel pequeño roce, mi alma se sintió apasionada, tal vez avergonzada, incluso animada ante tal arrebato, y es que juro por un segundo, tan solo un segundo sentí una dicha.

Pero aquel momento, en aquel segundo se desvanecio mi alegría, pues rápidamente a otra más el bolígrafo paso, y así con dicha de un paso de alejó.

Y es que ahora entiendo que para él como para muchos soy un desconocido, uno que pasa a lado cada mañana de cada hora sin su palabra, uno que come y toma a su espalda y no a su lado, soy el personaje secundario que fue a terciario en su novela, soy quien por él piensa, por él perdona y por él escucha. No soy más que el desconocido que al pasar no mira, soy aquel desconocido a quien sus palabras nunca endereza, soy uno más del mundo que con él respira pero nunca piensa, soy el fiel prometido de sus caprichos y esperanzas, y es que tras él yo vivo, tras el yo siento, tras él yo lloro, pero a la vez yo gozo, yo me libero, yo lo quiero.

Como no querer a un desconocido que una vez fue mi mayor conocido, como no mirar su bellos ojos bajo sus cejas, quien no miraría su hermoso cuerpo y aquellas manos, manos que me tocaron, que me sintieron y me libraron, y es qué escucharlo me trae recuerdos, viejos recuerdos cuando eramos algo, cuando no me evitaba y me hablaba, y me miraba.

Una vez no fui desconocido, yo era mucho, si que era mucho allá en su vida, a diario yo le hablaba, yo le tocaba y le sonreía, ahora en mis penurias yo me desvivo cada que miro como sonríe con otra chica, cada que toca a otra, cada que llama a otra y suspira a otra.

Cuanto yo daría por regresar a esos días, cuanto no daría por escuchar otra vez sus labios, hablo, pienso y lloro por su persona, por su recuerdo, canto, sueño y siento justo a su lado, pero en silencio.

Pero soy cobarde, soy orgullosa y altanera, tanto que yo replicó y hago todas sus cuentas, yo también fingo y también callo a su lado, yo también lo ignoro y mi lado dejo qué pase, soy la gran actriz, la gran estrella de serio semblante, soy yo quien sonríe aún si no hay risa, paso toda tarde a su lado para qué me vea, pero evito su mirada con cada segundo de mi tiempo, salgo dos metros de su lado para no chocarlo, no tocarlo y que no me tope, río a carcajadas cuando con otros me comporto.

Soy desconocido, y a poca honra pues es desgracia, ya que si por mi fuera destruiría su muro ajeno.

¿Cómo no querer a un desconocido muy conocido y bien querido?

Hoy somos invisibles yo para él, él para mí, hoy vivimos nuestras vidas, él la suya y yo la mía. Hoy somos desconocidos, muy conocidos, bien conocidos.
© Jenny Cadez