UNA RECORDADA HERMANA.
UNA RECORDADA HERMANA.
CAPÍTULO 2
(((Este es un trabajo inspirativo con el apoyo de mi apreciado amigo poeta A. Juniors.)))
Han pasado ya varios años desde la última vez que visité a mi hermana. Mis hijos crecen fuertes y saludables, y aunque mi vida matrimonial me da momentos de paz y alegría, siempre hay un rincón en mi corazón que se siente incompleto, vacío sin la presencia constante de mi hermana. Las cartas se han vuelto menos frecuentes con el tiempo, pues ambas estamos inmersas en nuestras propias obligaciones, y la distancia entre nuestras vidas parece crecer, no solo en kilómetros, sino también en responsabilidades.
Una mañana fresca de otoño, recibo una carta inesperada de mi hermana. Su letra es delicada y rápida, como si las palabras hubieran sido escritas con urgencia. Al abrir el sobre, noto algo diferente en el tono de sus palabras. La carta empieza con cariño, recordando nuestros días de infancia, los paseos por el campo y nuestras risas, pero pronto, su tono cambia. Siento una inquietud al leer las siguientes líneas:
"Mi querida hermana, hay algo que debo contarte. Mi esposo ha decidido emprender un viaje largo y peligroso por asuntos de comercio. No sé cuándo regresará, y temo lo peor. El hogar está más silencioso, los chicos comienzan a notar su ausencia, y me siento más sola de lo que jamás pensé posible. ¿Podrías venir a visitarme una vez más? No sé por cuánto tiempo podré sostener este peso sola. Te necesito."
Al terminar de leer la carta, mis manos tiemblan. No puedo dejar de imaginar a mi hermana, aquella que me cuidó y me hizo sentir tan protegida en nuestra niñez, ahora sola y vulnerable. Mi corazón se apretuja con una mezcla de preocupación y...
CAPÍTULO 2
(((Este es un trabajo inspirativo con el apoyo de mi apreciado amigo poeta A. Juniors.)))
Han pasado ya varios años desde la última vez que visité a mi hermana. Mis hijos crecen fuertes y saludables, y aunque mi vida matrimonial me da momentos de paz y alegría, siempre hay un rincón en mi corazón que se siente incompleto, vacío sin la presencia constante de mi hermana. Las cartas se han vuelto menos frecuentes con el tiempo, pues ambas estamos inmersas en nuestras propias obligaciones, y la distancia entre nuestras vidas parece crecer, no solo en kilómetros, sino también en responsabilidades.
Una mañana fresca de otoño, recibo una carta inesperada de mi hermana. Su letra es delicada y rápida, como si las palabras hubieran sido escritas con urgencia. Al abrir el sobre, noto algo diferente en el tono de sus palabras. La carta empieza con cariño, recordando nuestros días de infancia, los paseos por el campo y nuestras risas, pero pronto, su tono cambia. Siento una inquietud al leer las siguientes líneas:
"Mi querida hermana, hay algo que debo contarte. Mi esposo ha decidido emprender un viaje largo y peligroso por asuntos de comercio. No sé cuándo regresará, y temo lo peor. El hogar está más silencioso, los chicos comienzan a notar su ausencia, y me siento más sola de lo que jamás pensé posible. ¿Podrías venir a visitarme una vez más? No sé por cuánto tiempo podré sostener este peso sola. Te necesito."
Al terminar de leer la carta, mis manos tiemblan. No puedo dejar de imaginar a mi hermana, aquella que me cuidó y me hizo sentir tan protegida en nuestra niñez, ahora sola y vulnerable. Mi corazón se apretuja con una mezcla de preocupación y...