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Danila
Había una vez, una hermosa y radiante estrella que se llamaba Danila, se dedicaba a iluminar los cielos cada noche hasta que, un día se cruzó con los ojos más hermosos que había visto en toda la eternidad y nunca más volvió a ser la misma.
El corazón de Danila se encendió, a tal magnitud que incrementó su luz y resplandecía en el cielo como un pequeño sol, entonces, él la miró y suspiró…rendido ante tan radiante resplandor! Fue amor a primera vista, entre su Sol vestido de piel y para él, su doncella de luz…

Cada noche, él le escribía canciones y ella lo cubría con su mágico brillo. Pasó el tiempo… los meses, los años y el amor entre Danila y Esteban se fortaleció, incluso a pesar de la imponente distancia entre ambos!

Un día, Esteban quiso tener un hijo y al cielo rogó, pidió a la Luna, pidió al Sol, que le dieran un hijo, por favor. El Sol se rehusó y Danila lloró, la Luna llegó y le abrazó, hicieron un pacto y Danila aceptó…

“-Tendrán a su hijo pero, de los cielos bajarás y él no lo sabrá, vas a encarnar y él reconocerte no podrá. Entonces, de ti todo dependerá…“

Esteban nunca más volvió a mirar al cielo, Danila no estaba más y ya nada era igual… Él, bajó su mirada y por muchos meses solo quedó.
Un día, su destino repentinamente cambió, pues la estrella encarnada lo cautivó y ella nuevamente su corazón encantó! Una sonrisa le dibujó… -Esteban, me llamo Esteban; y ella le contestó -Lucero, me dicen a mí… Para qué contar el resto del amor que aquí surgió! Cuando él en sus ojos se perdió… Su vientre creció y creció y una bella niña hermosa y radiante aquí nació! Cuando él llegó a verla y su nombre preguntó, Lucero hizo un silencio y le sonrió… tomó a la niña y en sus brazos la entregó, susurrando dulcemente… “El amor nunca muere, se transforma para verlo crecer…” y Esteban entre sus brazos tomo a su hija y Danila le llamó.

© f4our