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La dama de hierro y el colibrí
El sacerdote con su Cotona negra y larga, y sus ojos tristones les decía a la multitud que acompañan el funeral.
_Queridos hermanos y hermanos estamos aquí, para celebrar la partida de nuestra hermana ante el llamado de Dios, callan todas las objeciones y las fábulas humanas, quedan solamente las respuestas de quien a sido llamado ante Dios, y nuestra intercesión humana mediante el sacrificio de Jesús ante el misericordioso Padre celestial. Que debe de ser regocijo de los Ángeles del cielo en reunión con esta Alma bendita. Hoy celebramos la perdida, no, no, no, la prestada alma, espíritu y carne de la difunda Nicanora Nicaragua, miembro activa de nuestra iglesia católica de la gran Roma, de lo profundo de mi corazón expreso mi compasión humana y cristiana, como también a todos los miembros de la familia.
Le pedimos al hijo, padre y espíritu Santo que en este día no sea pesada la cruz, le pedimos que reciba el alma de la difunta y le otorgue el premio por sus buenas obras y el perdón de sus numerosos pecados. También nosotros nos arrepentimos por las buenas obras que dejamos de cumplir y por nuestros malos pensamientos, palabras y obras que no están de acuerdo con la ley de Dios.
Los fieles creyentes decían;
Amén,Amén, Amén...
Que La Paz y el Consuelo estén con ustedes.
Los fieles creyentes decían;
Con María, Teresa de Calcuta y con los curas...

Después de que el cura se retiró, ellos fisgoneando se preguntaron como había pasado el acontecimiento de la asesinada, mientras un viejo ciego de un ojo de barba grande y Blanca le decía inventándose su propia historia donde nada tenía que ver, quería confundirlos porque eran una manada de chismosos gorrones, que solo querían darse cuenta e investigar quien había sido el culpable o los culpables y así supuestamente hacerlos pagar, pues como dice el refrán "Pueblo chico, infierno grande ", ahí estaban dándose cuenta y opiniones absurdas, todos estaban equivocados y más confundidos que una cabra loca.
La noche taciturna caía y ellos no se iban del cementerio. El viejo ciego los envolvió con su vieja y astuta historia, mientras en su casa le contaba a su nieto en carcajadas...

continuará
(improvisado)
@ Candy Clandestina Sweet

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