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La última promesa - Capitulo 4
Juli se sabía de memoria los pueblos por los que tenían que pasar. El micro tomaba la salida que indicaba Mar del Plata y seguía derecho. La ruta a la larga pasaba a ser la Autovía 2. Chascomús, Lezama, Dolores, Maipú, Gral. Piran, Mar Chiquita, entre otros pueblos. El paisaje se repetía: campo tras campo, lago tras lago y así hasta llegar a Mar del Plata donde aparecían las playas. Sin embargo, dado que era de noche, no podía mirar los campos mientras escuchaba música o miraba la película que dan siempre en la televisión abierta en una pantalla 2x2. No iba a hacer falta porque a la hora de viaje se durmió.

Juli se despertó cuando estaban por la entrada de Mar del Plata. Llegaron bien entrada la madrugada a la terminal de ómnibus y se tomaron un taxi hasta el departamento de una amiga de su vieja que se encontraba en pleno centro de la ciudad, a una cuadra de la Peatonal San Martín. El centro estaba desolado debido a que era un lunes a altas horas de la madrugada.

En cuanto se levantaron, Juli compró unas medialunas y tomaron unos mates antes de ir hacia Los Acantilados donde se encontraba el objeto que había escondido Javo. Tuvieron que tomar 2 micros al menos para llegar a ese lugar que estaba al sur, en las afueras de la ciudad, camino a Miramar, unos kilómetros después del faro. A la hora, llegaron al balneario “Parador Atardecer” el cual parecía abandonado. Las ventanas estaban rotas y quedaban restos de carpas que alguna vez ocuparon turistas. Había motas de césped en el piso y el mobiliario del lugar ya había sido retirado. Solo quedaba el recuerdo de que alguna vez funcionó.

El mar estaba intenso. Las olas se sucedían una tras otra, de variados tamaños, pero a una velocidad que no daba lugar a reacción. Los acantilados le quitaban protagonismo al gigante azul con su inmensidad y las rocas se mantenían firmes a pesar del embate de las olas cuando subía la marea.

Como era característico en las costas argentinas, el viento arreciaba, lo cual obligó a Juli y la joven maga a abrigarse para no agarrarse un resfrío.

Los jóvenes bajaron por unas escaleras que estaban algo quebradas por el paso de los años, pero que no se vinieron abajo a pesar de la falta de...