Correrío
Un azul serrano iluminaba las formas de un niño, un pequeño sentado en la pollera de una anciana, mama Evarista. Ambos comían un crudo tomate entre caricias y pensamientos a voz alta. el niño guarecía una pena enorme al pensar en su madre, su abuelita solo podía abrazarlo y decirle "ya vendrá pronto". El pequeño recordaba cómo veía con ojos apagados los juguetes de sus amigos, los veía siendo recogidos por sus madres en las puertas de los jardines, veía las gallinas corriendo con sus polluelos...
Una tarde, sus ojotas desgastadas golpeaban el empedrado suelo en un correrío travieso, hasta que detenían su andar ante una severa puerta de madera de cedro centenario. El pequeño se hacía sitio...
Una tarde, sus ojotas desgastadas golpeaban el empedrado suelo en un correrío travieso, hasta que detenían su andar ante una severa puerta de madera de cedro centenario. El pequeño se hacía sitio...