EL ESTUDIANTE
EL ESTUDIANTE
🚬
El aula de clases olía a una mezcla de humedad, sudor adolescente y tiza vieja. El fluorescente parpadeaba con la obstinación de quien se resiste a morir, mientras los rayos del sol de la tarde entraban como cuchillas sesgadas por las persianas rotas. La voz del profesor de filosofía era un eco distante, una letanía grave que revoloteaba en el aire denso, hablando sobre la existencia de Dios y la naturaleza de lo divino.
Mario, sentado en la última fila, movía el bolígrafo entre sus dedos sin pensar. Sus ojos, que miraban al frente, en realidad no veían nada; su mente estaba atrapada en una danza de pensamientos que le llevaban lejos, muy lejos de aquel recinto lleno de pupitres descascarados y paredes cubiertas de garabatos. Pensaba en su propia existencia, en las noches de...
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El aula de clases olía a una mezcla de humedad, sudor adolescente y tiza vieja. El fluorescente parpadeaba con la obstinación de quien se resiste a morir, mientras los rayos del sol de la tarde entraban como cuchillas sesgadas por las persianas rotas. La voz del profesor de filosofía era un eco distante, una letanía grave que revoloteaba en el aire denso, hablando sobre la existencia de Dios y la naturaleza de lo divino.
Mario, sentado en la última fila, movía el bolígrafo entre sus dedos sin pensar. Sus ojos, que miraban al frente, en realidad no veían nada; su mente estaba atrapada en una danza de pensamientos que le llevaban lejos, muy lejos de aquel recinto lleno de pupitres descascarados y paredes cubiertas de garabatos. Pensaba en su propia existencia, en las noches de...