En un pequeño pueblo rodeado de montañas, la celebración del Día de los Muertos era un evento sagrado. Cada año, los habitantes se vestían con trajes coloridos y decoraban las tumbas con flores y ofrendas. Entre ellos, Clara y Miguel eran una pareja conocida por su amor inquebrantable. Sin embargo, su historia estaba marcada por un oscuro secreto que resonaba en las leyendas del pueblo.

Una noche, mientras la luna brillaba intensamente, Clara descubrió un antiguo diario en el desván de su abuela. Las páginas estaban llenas de relatos sobre el “Baile de los Muertos”, una tradición que prometía conectar a los vivos con los muertos a través de un ritual especial. Según el diario, aquellos que bailaran con el espíritu de sus seres queridos tendrían la oportunidad de recibir un beso que los uniría para siempre, incluso más allá de la muerte.

Intrigada y emocionada, Clara decidió compartir su hallazgo con Miguel. Sin embargo, él se mostró reticente; había algo en su mirada que la hizo dudar. Al caer la noche del Día de los Muertos, Clara se armó de valor y convenció a Miguel para asistir al baile en el cementerio. La atmósfera estaba llena de música y risas mientras las familias se reunían para honrar a sus difuntos.

Cuando llegó el momento del baile, Clara sintió una extraña energía en el aire. Las luces titilaban como si los espíritus estuvieran presentes. Miguel tomó su mano y, juntos, comenzaron a bailar. A medida que giraban y se movían entre las sombras, Clara sintió una conexión profunda con su amado. De repente, la música cambió y una figura espectral apareció entre ellos: era la abuela de Clara.

“Clara,” dijo la abuela con una voz suave pero firme, “hay algo que debes saber. Este baile no solo une a los vivos con los muertos; también revela secretos ocultos.” Con un gesto mágico, hizo que las sombras se alargaran y comenzaran a contar la verdad sobre Miguel.

Clara quedó paralizada al escuchar cómo Miguel había hecho un pacto oscuro: había prometido su alma a cambio de un amor eterno. La abuela le advirtió que si continuaban juntos sin romper ese pacto, Miguel estaría condenado a vagar entre dos mundos para siempre.

El corazón de Clara se rompió al darse cuenta de que el amor que creía eterno tenía un precio. Sin embargo, en lugar de huir o renunciar a él, decidió enfrentar la situación. En medio del baile frenético y las risas ahogadas por la tristeza, Clara tomó la mano de Miguel y lo llevó hacia un rincón apartado del cementerio.

“Debemos romper este pacto,” le dijo con determinación. “No puedo permitir que te pierdas por mi amor.”

Miguel miró a Clara con lágrimas en los ojos. “No puedo vivir sin ti,” confesó, sintiendo el peso de sus propias decisiones.

Pero Clara tenía un plan: usaría el beso del más allá para liberar a Miguel de su pacto. Juntos regresaron al centro del baile donde las almas danzaban libremente. Al cerrar los ojos e invocar el poder del amor verdadero, Clara besó a Miguel mientras sus corazones latían al unísono.

El aire vibró con energía mientras las sombras se disolvían y una luz brillante envolvía a ambos. En ese instante mágico, Miguel fue liberado de su pacto oscuro; sin embargo, el costo fue alto: él debía dejar atrás su vida como mortal.

Con lágrimas en los ojos pero una sonrisa en el corazón, Clara vio cómo Miguel ascendía hacia el cielo estrellado, transformándose en una estrella brillante que prometía nunca abandonarla.

Desde ese día, cada Día de los Muertos, cuando las luces parpadeaban y la música llenaba el aire, Clara bailaba sola pero nunca sola. Su amor por Miguel seguía vivo en cada paso, recordándole que aunque la muerte podía separarlos físicamente, su vínculo era eterno e indestructible.

Así es como aprendió que algunas historias no tienen finales felices en este mundo pero pueden florecer en otros reinos donde el amor nunca muere.

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