vidrios rotos
Lleva decenios, probablemente siglos soportando incólume el peso de un cielo proclive al gris oscuro. Sus pilares, agrietados aquí y allá, sobrevivieron milagrosamente a los intensos bombardeos de la legión Cóndor, y sus portones de madera tachonada, sus blasones y filigranas vieron reflejarse en sus frías piedras el fuego y la sangre de los inocentes sobre el humo y los escombros. Sus huéspedes, disidentes, ladrones y curas, sufrieron en sus húmedas entrañas la impotencia de la masacre. Los gritos sordos de familiares y amigos, hasta entonces a salvo de las garras del mal...