Dentro de la jaula instalada en la sala adjunta al departamento de policía provino aquel sonido vibrante del metal en ejecución, era que el taladro insertaba unos tornillos de precisión con acelerado movimiento rotatorio para asegurar las placas laterales del casco.
Previamente, las comunicaciones emitidas por la centralita habrían alertado sobre un 10-15 en progreso en los suburbios de la Ciudad Delta.
Aquel oficial apersonado con un chasis que le confería porte férreo y denso procedió como los intachables policías cuando la proyección del deber tiene que ser impuesta con tenacidad. Así que se hizo de las llaves de una patrulla para luego dirigirse hacia el estacionamiento.
Girar el encendido y hundir el pedal del acelerador, al inmediato rugido del motor, fue un reflejo ejecutado con tal dinamismo que al disiparse el humo por la fricción de los neumáticos con el asfalto no se pudo apreciar la dirección tomada por aquel conductor.

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Tres semanas atrás, precisamente en el turno de la medianoche y un día antes de la Navidad, se recibió una llamada de emergencia en la centralita. El Dr. Morton, director de la dependencia hospitalaria para el estudio y control de desechos orgánicos, y encargado de la clase de patología forense, había realizado una denuncia....