Los días siguientes, Emily se sumió en su nueva idea para la novela. Las palabras fluían de su máquina de escribir con una facilidad que no había experimentado en mucho tiempo. La historia cobraba vida a medida que desarrollaba los personajes de Sarah y David, dos almas solitarias que se encontraban a través de las notas dejadas en un libro antiguo.

Mientras Emily avanzaba en la trama de su novela, sentía una extraña conexión con los personajes que estaba creando. Se preguntaba si algo similar podría suceder en la vida real. ¿Podría el amor florecer entre dos personas que se conectaban a través de las palabras escritas?

Un día, mientras trabajaba en su manuscrito en su cafetería favorita, Emily notó a un hombre sentado en la mesa de al lado. Estaba absorto en un libro antiguo, y sus cejas fruncidas sugerían que estaba profundamente inmerso en la historia. La escena le recordó al encuentro en el parque, y una idea audaz comenzó a formarse en su mente.

Emily dejó su máquina de escribir y se acercó al hombre. "Disculpa", dijo con una sonrisa, "noté que estás leyendo un libro antiguo. ¿Qué historia te tiene tan atrapado?"

El hombre levantó la vista, sorprendido por la interrupción, pero su expresión se suavizó al ver la curiosidad genuina en los ojos de Emily. "Es una novela clásica", respondió, "y estas notas en los márgenes me hicieron sentir como si estuviera teniendo una conversación con alguien que nunca conocí."

El corazón de Emily dio un vuelco. Era como si el destino hubiera conspirado para llevarla a este momento. "¡Exactamente lo que estoy escribiendo en mi novela!" exclamó emocionada. "Es sobre dos personas que se conectan a través de las notas en un libro antiguo."

El hombre arqueó una ceja, intrigado. "Eso suena interesante. ¿Estás escribiendo una novela romántica?"

Emily asintió. "Sí, una historia de amor única que comienza con la pasión por las palabras. ¿Te gustaría saber más?"

Así comenzó una conversación que cambiaría el rumbo de las vidas de Emily y el misterioso hombre del café. Se presentaron como Emily y Daniel, compartieron historias sobre su amor por la literatura y, a medida que hablaban, comenzaron a sentir una conexión especial. La química entre ellos era innegable, como si las palabras y los libros hubieran conspirado para unirlos.

Emily no pudo evitar pensar que este encuentro casual tenía todas las características de una historia de amor digna de su propia novela. La musa había regresado de la manera más inesperada, y su vida se estaba convirtiendo en una historia tan apasionante como la que estaba escribiendo.


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