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PRIMORDIAL
Luego de elevarse el círculo incandescente tras los empinados montes que descollaban más allá de un denso cordón vegetal, el pletórico trinar de las aves interrumpió el sueño Mineh, la lobezna amiga de Pak, quien tras desperezarse y sacudirse del pelaje el relente acumulado durante la noche, se encaminó en un gracioso trote a lamer los dedos sucios de su amo, el cual todavía dormitaba recostado de panza con la mano derecha afuera de sus cobertores de piel de cordero.

De no ser por una abultada peña, que sobresalía casi al centro de una planicie de achaparrada vegetación en donde la tormenta de la noche anterior los había agarrado, Pak y Mineh habrían despertado en un lodazal y al menos con un par de centímetros de agua cubriendoles el cuerpo. Para su suerte el lugar donde se encontraron con el chubascón era tan amplio que les permitió divisar los nubarrones que se acercaban a lo lejos, lo cual le dio a Pak el tiempo suficiente como para erigir sobre la peña un improvisado refugio con palos y hojas que encontraron en derredor arracimados con las pieles de animales que el prehistórico hombre llevaba consigo cuando exploraba zonas alejadas de su tribu.

Despertó el hombre al sentir la humeda y rasposa lengua de Mineh saboreando sus dedos cuando un gruñido en los intestinos le hizo expulsar una hedionda flatulencia que hizo que la loba cesara de inmediato de lamerle y saliera fuera de la tienda mientras se tapaba el hocico con una pata intentando tapar el olor.

Para esas horas la mayor parte del agua que había caído del cielo ya se había infiltrado por el suelo, dejando algunos charcos cenagosos sobre la extendida planicie. El cielo escampado hacía que los charcos parecieran estrellas tintineantes.

Pak procedió a desmontar la tienda y envolver denuevo las pieles para cargarlas a su espalda y emprender el viaje de regreso a casa. Mineh refrescaba la lengua en los charcos mientras su amo emprendía la marcha de regreso, el hombre se detuvo antes de ingresar al espeso bosque y lanzó un silbido que hizo que las orejas de la loba se levantaran y sus patas corrieran hacia él.

A mitad del camino homo y lupus se detuvieron para buscar algo que comer. Pak recogió algunas frutas y bayas, y luego con ayuda de Mineh lograron atrapar unas ardillas tendiéndoles una trampa actuando en perfecta coordinación. Quien los viera en acción pensaría que un mismo cerebro los controlaba a ambos por igual.

La mañana transcurrió sin mayor aspaviento que una víbora que, escondida entre unos arbustos, casi logra clavarle los colmillos a la pata de la loba, pero gracias a los agudos reflejos de Pak (y una especie de tomahawk que el cavernícola siempre llevaba en la mano) la cabeza del reptil terminó desprendida del cuerpo salvando a su amiga peluda de morir envenenada. Ambos se cuidaban las espaldas doquiera que iban.

Al retomar la marcha y a eso de un par de kilómetros antes de llegar a su hogar Mineh aguzó los sentidos y levantó la cabeza extrañada. Pak reconoció el gesto de confusión de su fiel compañera lo que le hizo levantar la guardia y ponerse de cuclillas con la especie de tomahawk asido fuertemente entre sus manos. Mineh elevó el hocico y empezó a olfatear la zona, sus orejas se movían de un lado al otro como si tratase de descubrir de dónde provenía algún ruido infrasónico a los oídos de Pak. El hombre caminó de cuclillas hasta dar con la espalda a un robusto árbol sin quitarle la mirada a Mineh quien con poca sorna iba de un lado a otro del camino olfateando el aire, con la cola tiesa y las orejas girando de un lado a otro cual cabeza de suricato.

El círculo incandescente había empezado a descender de su cenit hacia el poniente hace tiempo, haciendo que el bosque comenzara a tornarse de un naranja presagioso y los cucos y batracios comenzaban a entonar sus lúgubres melodías. De pronto Mineh pareció haber dado con el sonido u olor de su interés...