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La casa de las luciérnagas.
Siempre tuvo vagos recuerdos de sus padres cargándola, vagos recuerdos de ellos dentro del hogar de las luciérnagas. Sus días solían culminar en la cena, llena de responsabilidades, tan usual que inclusive olvidó que se sentía una caricia; solo tenía a su gemela.


Pero las veces en que ella llegaba al hogar, y la cargaba entre sus brazos con tanto cariño y contaba sus hazañas con tanta pasión, le hacía sentir ese amor que le hacía falta.


Ella se había vuelto una fuente se inspiración para la joven lucecita que crecía entre esas paredes, aspiraba a ser ella.


Pero cómo siempre, todo decayó cuando su familia se enteró de su condición. La fuerte mirada que antes suavizaba su soledad, se había vuelto peor que cualquier puñal en el corazón.


¿Dónde quedaron los brazos que algún día fueron su refugio?


Ahora solo tenía una mirada llena de decepción mirándola por el rabillo del ojo.


Todo se perdió aquella noche.


© Zadkiel