...

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Mi querida Helena:
Cierro los ojos y estás ahí en pleno silencio. Tu corazón aún no se ha enmudecido; todavía tu respiración puedo oír. Como la brisa del invierno que opaca al otoño adelantando el tiempo; como la esperanza que surge ante la llegada de la primavera.

Te percibo tan cerca que parece imposible.
Entonces me pregunto: ¿acaso es tu cuerpo una ilusión?
Doy dos pasos, me acerco tan lento que el aire se detiene en mis pulmones.
Tiemblo, tiemblo del temor, de pensar que quizás no...