...

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Cuando estoy tan yo y estoy tan nada
De cuando en cuando, vomito sin más los colores. Son tantos que me pregunto si es que acaso no son demasiados. Así que los llamo, los auno, los absuelvo de sus pecados y en un suspiro, los lanzo afuera a volar... ¡Volad, volad bien lejos! Lejos, muy lejos de mí...

Lo oscuro resulta tan frágil como la luz, con un solo color se quiebra. Y es necesario, de cuando en cuando, una dosis de oscuridad. En ella, me habito desnuda al vacío, sin ruidos que distorsionen mi realidad. Y respiro... Oh, sí... Se halla paz donde la nada, allá a solas con una misma.

Y cuando al fin, de cuando en cuando, estoy tan yo y estoy tan nada, de repente surge una luz...

¿Qué es eso? ¿Acaso se me quedó entre tanto abismo alguna estrella?

Y me acerco... Pero no... Es algo mucho peor: Una flor.

© Flora Rodríguez