"Las Alas de la Oscuridad"
La tenue luz de la luna se filtraba a través de las cortinas de encaje negro de la habitación, iluminando las alas de mariposa de la criatura que yacía en la cama. Era una mujer, o al menos lo parecía, con una piel pálida como la luna y unos ojos de oro que brillaban con una intensidad inquietante. Su cabello era blanco como la nieve y caía en cascada sobre sus hombros, y en su cabeza, una corona de rosas negras, como una corona fúnebre, le daba un aire de misterio y amenaza.
Su nombre era Selene, y era una hada del Otro Lado, un mundo paralelo al nuestro donde la magia era real y la muerte solo un velo. Selene era una criatura de poder y belleza, pero también de un dolor profundo, una tristeza que la había convertido en una errante solitaria.
Había llegado a este mundo desde el Otro Lado, buscando un lugar donde pudiera olvidar el pasado. Pero la muerte, al parecer, la seguía. La había encontrado en un pequeño pueblo de pescadores, donde la había traído una ola de un color extraño, una mezcla de plata y azul que le recordaba a los mares del Otro Lado.
Allí, conoció a un hombre, un pescador llamado Daniel, que, aunque no podía verla, sentía su presencia. Era como si Selene fuese una sombra, una melancolía que se apoderó de su corazón.
Daniel, sin saberlo, se había convertido en su único ancla en este mundo. Pero la muerte se acercaba. Un mal antiguo, una sombra que acechaba desde el Otro Lado, había atravesado el velo y se había instalado en el pueblo, alimentándose de la energía vital de sus habitantes.
Selene era la única que podía detenerlo. Tenía que usar sus poderes, una magia ancestral que le permitía hablar con las sombras, para vencer a la oscuridad. Pero también tenía que enfrentar a su pasado, a la criatura que había provocado su dolor, un ser oscuro y poderoso que había corrompido el corazón del Otro Lado.
La noche se extendía como un manto oscuro sobre el pueblo, y la magia de Selene comenzó a despertar. Su cuerpo, aunque frágil en apariencia, emitía un aura de energía que se expandía por las callejuelas. Daniel, desde su cabaña, podía sentir el poder que se acumulaba alrededor de Selene, un fascinante y aterrador despliegue de luz que iluminaba la oscuridad. Sin saber por qué, sintió un impulso irrefrenable de salir al exterior, como si una fuerza invisible lo guiara hacia ella.
Mientras Daniel se adentraba en la noche, la sombra que había invadido el pueblo comenzó a manifestarse. Una niebla densa y oscura se arrastraba por las calles, susurrando secretos inconfesables y llenando el aire de un frío penetrante que helaba la sangre. Los habitantes del pueblo, atrapados en un sueño profundo, ignoraban el peligro que se cernía sobre ellos.
Selene, con sus alas de mariposa brillando tenuemente en la negrura, se alzó en el aire, su voz resonando como un eco en la brisa nocturna. "¡Ven a mí, sombra! ¡Te desafío!" La magia fluía a través de ella como un río desbordado, y la niebla comenzó a retorcerse en respuesta a su llamado.
Pero no era solo una sombra; era el eco de su propia tristeza, una manifestación de su pasado que había cruzado el velo en busca de venganza. La criatura que había causado su dolor se reveló ante ella: una figura oscura con ojos rojos como brasas y un rictus cruel que parecía burlarse de su sufrimiento.
"Selene," susurró la criatura con una voz que resonaba como el crujir de huesos. "Creíste que podrías escapar. Pero cada paso que das hacia...
Su nombre era Selene, y era una hada del Otro Lado, un mundo paralelo al nuestro donde la magia era real y la muerte solo un velo. Selene era una criatura de poder y belleza, pero también de un dolor profundo, una tristeza que la había convertido en una errante solitaria.
Había llegado a este mundo desde el Otro Lado, buscando un lugar donde pudiera olvidar el pasado. Pero la muerte, al parecer, la seguía. La había encontrado en un pequeño pueblo de pescadores, donde la había traído una ola de un color extraño, una mezcla de plata y azul que le recordaba a los mares del Otro Lado.
Allí, conoció a un hombre, un pescador llamado Daniel, que, aunque no podía verla, sentía su presencia. Era como si Selene fuese una sombra, una melancolía que se apoderó de su corazón.
Daniel, sin saberlo, se había convertido en su único ancla en este mundo. Pero la muerte se acercaba. Un mal antiguo, una sombra que acechaba desde el Otro Lado, había atravesado el velo y se había instalado en el pueblo, alimentándose de la energía vital de sus habitantes.
Selene era la única que podía detenerlo. Tenía que usar sus poderes, una magia ancestral que le permitía hablar con las sombras, para vencer a la oscuridad. Pero también tenía que enfrentar a su pasado, a la criatura que había provocado su dolor, un ser oscuro y poderoso que había corrompido el corazón del Otro Lado.
La noche se extendía como un manto oscuro sobre el pueblo, y la magia de Selene comenzó a despertar. Su cuerpo, aunque frágil en apariencia, emitía un aura de energía que se expandía por las callejuelas. Daniel, desde su cabaña, podía sentir el poder que se acumulaba alrededor de Selene, un fascinante y aterrador despliegue de luz que iluminaba la oscuridad. Sin saber por qué, sintió un impulso irrefrenable de salir al exterior, como si una fuerza invisible lo guiara hacia ella.
Mientras Daniel se adentraba en la noche, la sombra que había invadido el pueblo comenzó a manifestarse. Una niebla densa y oscura se arrastraba por las calles, susurrando secretos inconfesables y llenando el aire de un frío penetrante que helaba la sangre. Los habitantes del pueblo, atrapados en un sueño profundo, ignoraban el peligro que se cernía sobre ellos.
Selene, con sus alas de mariposa brillando tenuemente en la negrura, se alzó en el aire, su voz resonando como un eco en la brisa nocturna. "¡Ven a mí, sombra! ¡Te desafío!" La magia fluía a través de ella como un río desbordado, y la niebla comenzó a retorcerse en respuesta a su llamado.
Pero no era solo una sombra; era el eco de su propia tristeza, una manifestación de su pasado que había cruzado el velo en busca de venganza. La criatura que había causado su dolor se reveló ante ella: una figura oscura con ojos rojos como brasas y un rictus cruel que parecía burlarse de su sufrimiento.
"Selene," susurró la criatura con una voz que resonaba como el crujir de huesos. "Creíste que podrías escapar. Pero cada paso que das hacia...