capítulo 6.
Comienza la venganza.
Alejandro tocó la puerta.
— Entra.
Ordenó Katerin entusiasmada. La diversión estaba a punto de comenzar.
Al entrar, Alejandro quedo horrorizado. Sus muebles forrados de cuero negro habían desaparecido y habían sido reemplazados por unos azules.
— Pero, ¿qué le has hecho a la oficina?
Siseo enfadado.
— Simplemente no me gustaba y la modifiqué. ¿Te gusta?
Pregunto en tono burlón.
—No, no me agrada en lo absoluto, no me gusta su gusto de decorar las cosas.
— Claro que no te gusta, porque yo soy mas alta que usted en todo, bueno, menos en la altura.
Respondió con una sonrisa burlona mientras se acercaba a él, lo tomó del saco y lo arreglo.
Ellos se encontraban demasiado cerca, a unos cuantos centímetros. Sus respiraciones chocaban. Katerin seguía sacudiendo le el saco, desempolvando un polvo imaginario.
— No sé si la podré aguantar más.
Respondió Alejandro molesto y desconcertado por la aproximación de Katerin hacia a él.
— Pues si no me está cargando.
Comentó burlona mientras se alejaba de él.
— Sólo lo hago por la compañía de mi difunto padre.
Dijo Alejandro, aunque eso era un recordatorio así mismo.
— Es cierto lo que usted dice, o solo lo dice por el dinero.
Al decir eso, se descompuso el gesto de Alejandro y la miró ofendido. Katerin se limitó a esbozar una sonrisa.
En parte le agradaba molestarlo, no quería que por ningún momento se sintiera a gusto. Ella había venido para cobrarse todo el daño que le había hecho.
— ¿Usted que me cree? ¿Qué no importa lo que mi padre sentía?
Preguntó Alejandro exaltado.
...
Alejandro tocó la puerta.
— Entra.
Ordenó Katerin entusiasmada. La diversión estaba a punto de comenzar.
Al entrar, Alejandro quedo horrorizado. Sus muebles forrados de cuero negro habían desaparecido y habían sido reemplazados por unos azules.
— Pero, ¿qué le has hecho a la oficina?
Siseo enfadado.
— Simplemente no me gustaba y la modifiqué. ¿Te gusta?
Pregunto en tono burlón.
—No, no me agrada en lo absoluto, no me gusta su gusto de decorar las cosas.
— Claro que no te gusta, porque yo soy mas alta que usted en todo, bueno, menos en la altura.
Respondió con una sonrisa burlona mientras se acercaba a él, lo tomó del saco y lo arreglo.
Ellos se encontraban demasiado cerca, a unos cuantos centímetros. Sus respiraciones chocaban. Katerin seguía sacudiendo le el saco, desempolvando un polvo imaginario.
— No sé si la podré aguantar más.
Respondió Alejandro molesto y desconcertado por la aproximación de Katerin hacia a él.
— Pues si no me está cargando.
Comentó burlona mientras se alejaba de él.
— Sólo lo hago por la compañía de mi difunto padre.
Dijo Alejandro, aunque eso era un recordatorio así mismo.
— Es cierto lo que usted dice, o solo lo dice por el dinero.
Al decir eso, se descompuso el gesto de Alejandro y la miró ofendido. Katerin se limitó a esbozar una sonrisa.
En parte le agradaba molestarlo, no quería que por ningún momento se sintiera a gusto. Ella había venido para cobrarse todo el daño que le había hecho.
— ¿Usted que me cree? ¿Qué no importa lo que mi padre sentía?
Preguntó Alejandro exaltado.
...