Enter the Void.
En algún lugar en el que nadie quiere estar y que jamás esperas que exista, entre susurros y sombras, encontré a Mi Lic, un padrino de palabras ásperas y verdades crudas. Había pasado por el infierno tantas veces que su alma llevaba cicatrices como tatuajes. Psicólogo de día, portador de sabiduría de noche, él había vivido en la cuerda floja entre la desesperación y la esperanza.
Una tarde, mientras entendía toda la teoría de cómo "ser una persona normal", en mi pinche desesperación lo interrumpí y le dije: "Creo entender lo del mal manejo de la frustración, la ira, la hostilidad, la depresión, la ansiedad, lo del ego, lo de la impulsividad, la ingobernabilidad, lo de la conmiseración, lo de evadir la responsabilidad, lo de los apegos tóxicos, lo de los comportamientos, compulsivos. Pero, Mi Lic, lo que no entiendo es: ¿y el pinche vacío, cuándo se quita?" Él me miró con esos ojos...
Una tarde, mientras entendía toda la teoría de cómo "ser una persona normal", en mi pinche desesperación lo interrumpí y le dije: "Creo entender lo del mal manejo de la frustración, la ira, la hostilidad, la depresión, la ansiedad, lo del ego, lo de la impulsividad, la ingobernabilidad, lo de la conmiseración, lo de evadir la responsabilidad, lo de los apegos tóxicos, lo de los comportamientos, compulsivos. Pero, Mi Lic, lo que no entiendo es: ¿y el pinche vacío, cuándo se quita?" Él me miró con esos ojos...