"Adiós entre Ecos"
En un cruce de caminos entre dos almas desgastadas, la conversación de Ana y José resonaba con la tristeza de lo que alguna vez fue. Ana buscaba respuestas mientras José evitaba mirarla a los ojos, consciente de que el desenlace era inevitable.
"No me des explicaciones", susurró Ana con un dejo de resignación en su voz. Sus ojos reflejaban un cúmulo de emociones no expresadas, mientras trataba de comprender cómo habían llegado a este punto. Las palabras que compartían eran un reflejo de la canción que había sido el telón de fondo de su historia.
"Es más, si ya te vas quedamos a mano", respondió José, su voz cargada de un amargo reconocimiento. Se trataba de una despedida que ambos sabían que estaba en proceso desde hace tiempo. La canción resonaba en su mente como una melodía nostálgica.
Ana buscó las palabras adecuadas, tratando de evitar los rodeos que solo prolongarían el inevitable adiós. "No me preguntes que ni yo supe cuándo fue", suspiró, sintiendo cómo el peso del tiempo y las decisiones tomadas habían moldeado su situación.
Los silencios entre sus palabras hablaban más fuerte que cualquier frase pronunciada. "Y no me malinterpretes, no quiero malos entendidos", José respondió, intentando transmitir una sensación de claridad en medio de la confusión. Ambos sabían que era momento de dejar ir.
"Lo único que digo, que no lo hagas por la puerta de atrás", susurró Ana, sus palabras un eco de la necesidad de un adiós sincero. El sol se inclinaba hacia el horizonte, arrojando una luz dorada sobre sus rostros mientras enfrentaban la realidad de lo que estaba sucediendo.
"Es más insisto quedamos a mano", expresó José con una mezcla de pesar y liberación. La distancia emocional había sido construida con el tiempo, y aunque el adiós doliera, ambos reconocían que era necesario.
El crepúsculo comenzó a pintar el cielo con tonos de melancolía. "Lo que es un hecho es que, por más golpes de pecho, este amor no se va a salvar", admitió José, permitiendo que la verdad resonara entre ellos.
Ana y José compartieron una última mirada cargada de palabras no dichas y emociones no expresadas. Sin necesidad de más conversación, cada uno siguió su propio camino, llevando consigo el peso de una historia que había llegado a su fin.
"No me des explicaciones", susurró Ana con un dejo de resignación en su voz. Sus ojos reflejaban un cúmulo de emociones no expresadas, mientras trataba de comprender cómo habían llegado a este punto. Las palabras que compartían eran un reflejo de la canción que había sido el telón de fondo de su historia.
"Es más, si ya te vas quedamos a mano", respondió José, su voz cargada de un amargo reconocimiento. Se trataba de una despedida que ambos sabían que estaba en proceso desde hace tiempo. La canción resonaba en su mente como una melodía nostálgica.
Ana buscó las palabras adecuadas, tratando de evitar los rodeos que solo prolongarían el inevitable adiós. "No me preguntes que ni yo supe cuándo fue", suspiró, sintiendo cómo el peso del tiempo y las decisiones tomadas habían moldeado su situación.
Los silencios entre sus palabras hablaban más fuerte que cualquier frase pronunciada. "Y no me malinterpretes, no quiero malos entendidos", José respondió, intentando transmitir una sensación de claridad en medio de la confusión. Ambos sabían que era momento de dejar ir.
"Lo único que digo, que no lo hagas por la puerta de atrás", susurró Ana, sus palabras un eco de la necesidad de un adiós sincero. El sol se inclinaba hacia el horizonte, arrojando una luz dorada sobre sus rostros mientras enfrentaban la realidad de lo que estaba sucediendo.
"Es más insisto quedamos a mano", expresó José con una mezcla de pesar y liberación. La distancia emocional había sido construida con el tiempo, y aunque el adiós doliera, ambos reconocían que era necesario.
El crepúsculo comenzó a pintar el cielo con tonos de melancolía. "Lo que es un hecho es que, por más golpes de pecho, este amor no se va a salvar", admitió José, permitiendo que la verdad resonara entre ellos.
Ana y José compartieron una última mirada cargada de palabras no dichas y emociones no expresadas. Sin necesidad de más conversación, cada uno siguió su propio camino, llevando consigo el peso de una historia que había llegado a su fin.