Aún recuerdo el día en que juntos tomamos una estrella y decidimos viajar por el espacio, tu conociste la oscuridad de mi universo y te enamoraste de ella, mientras yo amaba dia a día tu cuerpo estelar.

Tu eclipsaste mis temores mientras yo iluminaba tus dudas, era una combinación tan perfecta como cuando los planetas se alinean en línea recta señalando el camino que debemos recorrer.

Así recorrimos nuestra vía Láctea, maravillados al notar que nuestra estrella brillaba con mayor intensidad entre más avanzaba.

Brillo tanto que alcanzó su punto máximo irradiando la luz más hermosa que se pudiera apreciar en el manto oscuro del universo, sin embargo nuestra reacción no parecía ir de acorde al suceso.

Pues nos abrazamos con tristeza ya que nuestra estrella se había convertido en una supernova, eso no solo significaba que su brillo aumentaría si no que el mismo estaba por desaparecer.
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