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Confesiones de una colegiala
Parte 1






La incómoda y lujuriosa espera

Aquí voy... Me llamo Karla, mi edad no la diré, más sólo les apuntaré que soy escolar y estoy prospera a pasar a 1° año de enseñanza media. Aquí escribiré algo que me da mucha inquietud que incluso mis amigas más perras sepan ya que yo no soy como ellas, de hecho soy la más tranquila y bajo perfil del grupo, tanto así que no sabia como era mi real yo... Por eso, para exorcisar estas sensaciones de mi es que escribo esto y espero ponerle fin.


Me quedaba poquito rato, estaba nerviosa, mis

piernas temblaban, y hacia lo imposible porque nadie se diera cuenta de esto y mis nervios, sentía una sensación que me subía de abajo hacia arriba, como si viniese de mi vagina, una sensación exquisita que jamás en mi vida de pendeja había sentido. Quería que se fueran luego para quedarme sola y él llegara, mi corazón latía a mil por hora, era un amuzvla de sentimientos, sabía que a mi virginidad le quedaban sólo minutos, ya me encontraba como un animal que espera su presa o como la presa curiosa y deliciosa de un depredador. Sí, siempre supe de mis encantos, de lo rica que soy, mis papás hicieron lo imposible porque no me corrompiera en el sexo a tan corta edad, sabían que había algo de mí que les atraía a los hombres tanto chicos de mi edad como hombres adultos que se pasaban mil rollos con mi culo en sus encendidas mentes, sabían de mi encanto existencial, de mi extraña energía que atrae como moscas a la gente. Núnca me había entregado a ninguno de mis novios en ninguna forma sexual, ya que por alguna razón mi espíritu y mi cuerpo anhelaban algo más que chicos enamoradizos e inexpertos. Quería sentirme protegida y dominada, quería ser un llavero para que mi poseedor me tomara cuando quisiera y como quisiera, quería sentir eso desde hace mucho, mis hormonas por lo visto vuelan más alto que las de mis amigas y compañeras. Yo había hablado con alguien... Un hombre mayor, de alrededor de 45 años, el se dió cuenta de esa llama subconsciente que no me dejaba vivir en paz y que necesitaba ser apagada lo antes posible. Lo conocí en el metro, yo andaba de colegiala con esa faldita corta que vuelve locos a los maduros, yo... La verdad siempre me la subía un poquito para ver si alguno se calentaba y me arrimaba suiembro por mi culo de pendeja, y así fué...

El 23 de Abril se me arrimó uno, por suerte estabamos bien atrás, la gente no veía nada, era el momento, mi corazón latía fuerte, lo había visto por la ventana de la pierna que estaba en frente mío, y ahí me puse delante de él, quedando mi parado trasero a plena disposición de él y así fué, él se dió cuenta de esta señal y al nadie estar mirandonos me tomó de la cintura y empujó su parado pene por debajo de su pantalón hacia mi culito, así despasito empezaba a moverme, de forma muy fácil, yo soy bajita y él es musculoso, es jornalero. Así sentía entre mi falda cortita como ese pantalón ya no daba más... Y estaba que se rompía producto de la tremenda ereccion de su pene. Sentirme así de domada con sus manos ya en mis caderas de colegiala era una sensación tan rara, pero tan rara y exquisita que empecé a respirar un poco rápido... Casi nos descubren... Aún lo recuerdo. Y así estuvimos mucho rato hasta que él por debajo de su pantalón acabó, alcancé a sentir un poco de eso en mis calzones, se tuvo que poner su mochila ahí para que nadie se sierra cuenta. Me dijo al oído que si aseptaba que fuéramos a comer y le dije que sí, allí en el patio de comidas de un mall fue que empezó muestra lujurioso y prohibida relación. Hasta que quedamos que nos juntaríamos hoy en mi casa ya que yo estaba sola a partir de las 6 de la tarde y aquí estoy muriendo por saber como se siente eso en mi trasero. Le expliqué que lo quiero así y que es mi fantasía, que quiero aprovechar lo mejor que tengo y dárselo a él ya que me gusta todo de él. Quedamos en ser pareja sexual, o algo así me dijo él, yo lo entendí y me gustó, sólo debemos evitar a mi novio. Quiero aprenderlo todo con él, y no sólo eso, también quiero descubrirme más con otro hombres maduros y si es posible mujeres, pero aún me siento como una puta, y ni siquiera me han desvirgado, tengo miedo a volverme ninfomana siendo tan pendeja, pero no puedo evitar sentir estas cosas y reconocer que las deseo.