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THE MESSAGE
THE MESSAGE
Corre…corre … corre, se repetía así mismo, mientras corría por aquel bosque húmedo y oscuro donde sólo podía mirar, luces tintinando en la oscuridad, le costaba respirar, le dolía el pecho, sus piernas le fallaban tras correr quien sabe por cuanto tiempo en ese lugar, tenía que saltar para esquivar las raíces de los árboles tenebrosos que simulaban figuras siniestras, se quitaba ramas que parecían quererle aprisionar.
Aun así, nada le detenía que debía sobre vivir, llegar a la ciudad o al menos a un camino donde pudiera encontrar una diligencia o carreta que le ayudara a alejarse de ese bosque. Se maldecía así mismo por haber aceptado a ir a ese lugar, sin embargo, no había ya nada que hacer, sus compañeros habían muerto, no sabía cómo, pero lo había visto con sus propios ojos, cuando despertó estaba rodeado de los cuerpos desmembrados y postrado en un cargo de sangre.

<< ¿Cómo he sobrevivido? ¿Por qué yo? ¿Quién los había matado? Se preguntaba Miguel Casamontes, mientras corría a campo traviesa en el bosque>>

Lo último que había recordado era que se había alejado un poco con su compañero Martín, para relajarse del estresante día que habían tenido, fuera de la vista de sus otros compañeros.

A lo lejos, notó las luces en movimiento podría ser un carruaje por lo que supuso estar cerca de un camino por lo que decidió aumentar la velocidad sacando fuerzas de donde no tenía.

<< Estoy cerca debo correr más. Ya casi llego. Debo buscar a los gendarmes>>, se repetía Miguel a sí mismo.

Llego a un claro donde había iluminación, no es que fuese de día, sino que era la luna llena que alumbraba el camino dando claridad a los transeúntes, se detuvo por unos segundos para tomar un poco de aire, sintiendo el ardor que le ocasionaba este al entrar en sus pulmones. En ese instante escuchó el ruido de ramas quebrarse tras de él y no lo pensó dos veces para retomar la carrera por su vida.

Vio unas luces a lo lejos y su corazón se agito más esperanzado, pensando que podría largarse de aquel bosque donde sólo había muerte; iría a un lugar seguro. Cuando tuvo las luces lo bastante cerca de él dejó de correr y salto con sus manos levantadas para que lo vieran. El cochero arreo con más ímpetu al ver aquella figura y se alejó sin detenerse, dejando aquel hombre a un lado del camino.

Miguel levantó la vista, mirando que a lo lejos se vislumbraban otras luces, se hizo un poco más al centro del camino para que el cochero lo viera, sin embargo, la buena suerte no estaba del lado de Miguel ya que lo que venía por el camino no era un carruaje sino una niebla muy tupida y pesada ya la había visto antes en la cueva donde dejó los cuerpos de sus amigos. Trato de correr todo lo que pudo más no pudo escapar de la niebla, esta lo cubrió por completo y al irse disipando solo quedó el cuerpo inerte de Miguel, el cual estaba boca abajo, con la cabeza de lado y los ojos abiertos, la expresión facial mostraba terror y en su espalda escrito con cortes afilados el siguiente mensaje.

N o V u e l v a n
….

El...