...

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El amor de las madres
¿ Adónde llevan al muchacho?
¿Por qué lo sacaron con mucho
desprecio, y trancasos de la casa?
Pregunta la anciana Gertrudis.
El silencio y la soledad se apoderaba
del ambiente de aquel hogar,
la gente de afuera murmuraba.
Llora la conmovida Eulalia,
ya no canta, ya no ríe,
su voz se volvió fría,
su garganta está seca.
Ya no hay noches enteras
sus días son atónitos,
y sus ojos puras ojeras.
Se apagó su sonrisa
en los tiempos otoñales
se apagó su luz,
y vinieron los males.
El brillo en su semblante
carece al natural radiante,
todo se le vuelve neblina
no logra ver con certeza
la realidad que atraviesa,
en estos momentos
todo le da vuelta, vuelta,
vuelta en su cabeza.
Eulalia no contesta
las preguntas de su madre
que mucho respeta,
pues en la situación
en la que ella se encuentra,
llora, llora, llora,
desahógate, báñate
mañana vendrán las respuestas.
Una nostalgia oscura,
sombría siembra desesperanza
en su único hijo, la vida
le a pesado en una balanza.
Mientras que las drogas
sigan siendo dañinas,
terminan la desendencia divina.
Esta soledad tan ominosa y pesada
Que produce desvelos,
y una vida atormentada
de no saber cuando veré a mi hijo
en mi hogar y no hallarme
inútil, angustiada y destrozada.
¡Oh, qué pesada es mi cruz,
más que una piedra pesada!
cuando vendrá el nuevo fin
con un nuevo invierno,
deseo que se acabe el otoñal
y que se lleve con el este infierno.
Eulalia alzando su rostro
con la mirada apagada.
Mírame madre mía,
madre no llores;
sé que tu dolor es el mío
tu mártir corazón llené
de dolor, no supe criar a tu
nieto con mucho amor.

Gertrudis y Eulalia
te dejan un amoroso mensaje
esperando que en la sociedad
tus hijos y nietos bien encajen...

@ Candy Clandestina Sweet



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