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La Informante
Ser su amante no era suficiente en esos días de luto. La casa estaba llena de tontas ratas busca pleitos que solo iban tras el dinero de Sergio Estevez. Ser el mafioso más importante de la costa oeste parecía ser la gran cosa, pero para mí, Sergio era mucho más que eso. Era mi amor, mi refugio en medio de la oscuridad. Su muerte dejaba un vacío insuperable en mi corazón, llevándose consigo los momentos de felicidad que compartimos.

Mientras me encontraba de pie frente a su ataúd, contemplando su rostro inmóvil, sentía que mi mundo se derrumbaba a mi alrededor. La pérdida era abrumadora y el dolor parecía insuperable. Pero también sabía que tenía que enfrentar la realidad de la situación en la que me encontraba.

Las sombras del pasado de Sergio lo habían alcanzado, y me había arrastrado a su trágico destino. Miré su rostro y me pregunté cómo había llegado hasta aquí, cómo había permitido que nuestro amor se convirtiera en una historia de secretos y peligros. Sabía que debía tomar decisiones difíciles para no seguir su camino, para no terminar como él.

El miedo me abrazaba mientras consideraba mis opciones. Había quienes pensaban que yo tenía información valiosa, que podía ser un testigo incómodo. Pero también sabía que si tomaba ese camino, estaría condenada a vivir en la oscuridad,...