Faltó centavo para cumplir el sueño Colombo Americano Parte 1.
Faltó el centavo para cumplir el sueño Colombo Americano Parte 1.
Desde muy niño cuando vivía entre Medellín y Cali crecí en mundos paralelos. El que veía entre estas dos ciudades en mi natal Colombia y el de las encomiendas que me llegaban desde los Miamis. En el mundo colombiano veía un apego por la moral, dónde tocaba guardar el fundamento. En el de los Miamis veía el de la “aparente libertad”, dónde era un refugio de mi otro mundo paralelo; dónde uno no me salvaba de los bombasos en la plaza mayoritaria, en el parque de San Antonio ó en las droguerías Drogas La Rebaja más cercanas. El lastre de las drogas dónde en los Colegios de aquí y allá se encontraban mechas y jeringas en los baños de nosotros los culicagados. Pero así crecí, en medio de todo esto en barrios quasi-puppies. Dónde íbamos al rumbodromo a tremendas rumbas que incluían tremendas rascas. Dónde nos tirábamos en bicicleta de San Antonio ó Las Palmas. En medio de ese mundo paralelo dónde teníamos todo, y al mismo tiempo no teníamos nada; ó más bien donde no nos entraba nada. En ese mundo paralelo dónde las gringas que hablaban Español le hacen entrevista a los matones Colombianos que compraban armas gringas. En ese mundo dónde el banano no se convertía en compota, era en ese mundo dónde me sentía como pavo real en el mundo de los pingüinos. Y era allí, cuando caí en cuenta que era mejor el otro mundo paralelo de dónde me llegaban las encomiendas. Y luego pensé, porque no me largo si no me gusta dar chumbimba. Y precisamente, me largue. Cómo dice la...
Desde muy niño cuando vivía entre Medellín y Cali crecí en mundos paralelos. El que veía entre estas dos ciudades en mi natal Colombia y el de las encomiendas que me llegaban desde los Miamis. En el mundo colombiano veía un apego por la moral, dónde tocaba guardar el fundamento. En el de los Miamis veía el de la “aparente libertad”, dónde era un refugio de mi otro mundo paralelo; dónde uno no me salvaba de los bombasos en la plaza mayoritaria, en el parque de San Antonio ó en las droguerías Drogas La Rebaja más cercanas. El lastre de las drogas dónde en los Colegios de aquí y allá se encontraban mechas y jeringas en los baños de nosotros los culicagados. Pero así crecí, en medio de todo esto en barrios quasi-puppies. Dónde íbamos al rumbodromo a tremendas rumbas que incluían tremendas rascas. Dónde nos tirábamos en bicicleta de San Antonio ó Las Palmas. En medio de ese mundo paralelo dónde teníamos todo, y al mismo tiempo no teníamos nada; ó más bien donde no nos entraba nada. En ese mundo paralelo dónde las gringas que hablaban Español le hacen entrevista a los matones Colombianos que compraban armas gringas. En ese mundo dónde el banano no se convertía en compota, era en ese mundo dónde me sentía como pavo real en el mundo de los pingüinos. Y era allí, cuando caí en cuenta que era mejor el otro mundo paralelo de dónde me llegaban las encomiendas. Y luego pensé, porque no me largo si no me gusta dar chumbimba. Y precisamente, me largue. Cómo dice la...