...

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La mujer que fue recordada.
Déjame contarte una historia, cuánta menos curiosa:
Su protagonista es una mujer, hermosa, alta, delgada e inteligente.
A ella le gustaba pasear todos los días a la misma hora, por la misma acera y bajo la misma luna, que según ella la observaba.
Caminaba posando, estaba en una gran pasarela solo para ella, de vez en cuando relamía sus labios y pasaba las manos lentamente por su muslo, levantando sutil, pero notoriamente, su vestido.
Al llegar al final de la calle guiñaba el ojo mirando las estrellas.
A esa mujer tan particular, le gusta pensar que en  algún lugar del espacio, que el ser humano desconocía, un extraterrestre la miraba.
Al igual que ella observa las estrellas esperando encontrar algo, él la había encontrado y ahora todos los días a la misma hora de su reloj espacial, se deleitaba al verla caminar.
Era especial para alguien, para un hombre espacial con un reloj espacial que sonaba a la misma hora todos los días, para observarla con su telescopio espacial.
La historia se repetía una y otra vez...
La verdad no sé por qué les cuento esto, pensándolo bien es aburrido verla todos los días hacer lo mismo.
Pero parece que hoy algo cambio.
Cuando se giraba para mirar y guiñar al cielo algo la hace  tropezar.
El hombre, vestido de negro y encapuchado que la había chocado, dejo caer unos cuantos papeles.
Ella, con cara de desagrado se acercó y lo ayudo a levantar los papeles, pero no sin antes echar un vistazo.
Eran páginas y páginas con la misma palabra: caminaba y caminaba y caminaba ...
Así fue como la mujer sin ser consiente logró ser recordada.


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