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EL ÚLTIMO SUEÑO (PARTE 1)
Como si de un guion de telenovela se tratase, volví a disfrutar de un inmenso sueño con ella. Tuvimos un reencuentro épico y demasiado alejado de la realidad misma. Hoy vengo a contarlo brevemente.

Una tarde cualquiera estaba viendo la televisión… veía a mi YouTuber favorito en la plataforma roja que todos conocemos. Estaba en la comodidad de una silla inclinada, con un refresco en la mano y con demasiadas ganas de dormir por no haber descansado en la madrugada. Solo era cuestión de tiempo para quedarme dormido de repente.

El momento llegó y salí de este plano espiritual para poder explorar mi mente y mis más preciados deseos.

Estaba parado en una estación de autobuses. Venía de regreso a casa después de un largo día de trabajo. El ambiente jugaba en mi contra porque estaba lloviendo. Lo que más anhelaba era estar acostado en mi cama. Después de ese exhaustivo viaje en autobús pude llegar a casa. No sin antes haberme mojado por completo. Me cambié de ropa y decidí sentarme un rato. Estaba viendo mis redes sociales y todo estaba completamente normal. De pronto, sin previo aviso, recibí una llamada. Era de un número que no tenía registrado en mi libreta de contactos. Accedí a contestar y me respondió una voz femenina. ¡Sorpresa! Era mi ex pareja que estaba varada en una estación sin poder moverse por la lluvia. Me pidió de favor que si pasaba por ella y que si podía alojarla en mi casa mientras la lluvia pasaba. Fui amable con ella y le dije que sí. Tomé mi paraguas y salí a recogerla. Cuando llegué, noté que ella estaba con los brazos extremadamente cruzados por el frío y con una mirada pálida. Me dió gusto verla y ambos sonreímos por habernos reunido. Le dije que tomase mi paraguas y que no importaba si yo me mojaba con tal de que ella estuviera bien. Se negó a muerte y se pegó a mí para cubrirnos a ambos y llegar “no tan secos” a casa. Llegando pudimos observar que la lluvia tomó más fuerza y se convirtió en una tormenta eléctrica demasiado intensa. Me agradeció por haber ido por ella y me abrazó de una forma tan… inefable. Le di una chaqueta mía para que no tuviera frío y ella me dijo que me pusiera una yo también. Hice caso omiso por tomar en cuenta su preocupación y nos sentamos a charlar un poco. Se notaba el deterioro en mí por haber llegado del trabajo recién y ella me preguntó que si me encontraba bien. Le dije que sí y le expliqué la situación y se levantó de su silla para tomar mi mano, levantarme y guiarme a mi cuarto para que descansara. Yo le dije que no me iba a dormir porque no quería dejarla sola y ella me dijo que descansara por mi bien. Caí tumbado por el sueño y al despertar pensé que se había ido. La busqué en todas partes y no la encontraba, hasta que… la vi observando las afueras en el porche mientras la lluvia continuaba haciendo lo suyo. —¿Por qué sigues aquí? —Le pregunté inmediatamente. Pues ya la tarde era notoria y ella vivía muy lejos como para estar lejos de casa a esa hora. Con un tono demasiado apenado me respondió: —¿Puedo preguntarte algo? A lo que respondí: —Claro. Puedes preguntarme lo que sea. El silencio se apoderó del entorno y viéndome fijamente a los ojos me preguntó: —¿Puedo quedarme en tu casa hasta mañana? Y créanme que jamás en mi vida pensé que esa situación sería posible. Estaba emocionado, pero no lo iba a reflejar y le respondí: —¿Estás segura? Puedes tener problemas con tus padres si te quedas aquí conmigo. A lo que ella respondió: —Completamente segura; después de todo, es una emergencia y quiero estar fuera de casa al menos por hoy. Han habido tantos problemas y quiero evitar ese entorno tenso por unas horas. Decidido le dije que sí y le mencioné: —Si te quedas, iré a dejarte hasta tu casa cuando te vayas o sino, tendré que desalojarte. —Sentí que mi chantaje iba a ser maquiavélico, pero ella aceptó sin problemas. Sarcásticamente me dijo: —Lo que usted diga, señor. Y mientras la noche se hacía notar más, nos preparamos para lo siguiente que era preparar la cena.