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Otro temor más
Con cierta regularidad nos encontramos jóvenes escritores que se sienten perdidos en aquellos momentos en que no tienen tema para escribir. Hay casi siempre un sentimiento de que deben poder hacerlo o no serán llamados escritores.

Y ahí andan agobiados sin poder tener resultado alguno. Luego de ese tiempo de esterilidad (así lo consideran ellos), viene la vida y el tiempo. Deben entregarse a sus responsabilidades cotidianas y hasta podrían olvidarse de aquellas intenciones que tenían sobre la escritura.

En realidad la vida cobra presencia y a los jóvenes escritores les llega el sorpresivo momento de volver a escribir. La pluma fluye ahora como impulsada por no saben qué vientos, y la imaginación de nuestro amigo vuelve a verse satisfecha.
© Ergo Rodrerich