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Sin prejuicios
Sólo soy un hombre que ha estado sin compañía por mucho tiempo.

La conocí en Tinder. Sus fotos no eran las más llamativas y se notaba que evitaba los filtros. De todas sus fotos me llamó la atención una selfie donde se podían ver sus rasgos finos, pero de ojos un tanto alienígenas, un poco más grandes de lo normal. Debo admitir que esa fue una de las cosas que hicieron que deslizara el dedo a la derecha (eso, su curvilínea figura y mi afición a los comics de ciencia ficción); En ese mismo instante me salió el aviso de que hicimos match. Sin perder un ápice de tiempo le escribí una frase ingeniosa que me había copiado de un foro de citas virtuales; Funcionó. Respondió a los pocos minutos y la conversación siguió fluyendo hasta que me animé a pedirle su número. Para hacer la historia corta chateamos por un par de semanas hasta que concretamos una cita. Yo estaba muy nervioso, debo admitirlo. No había salido con nadie hacía por lo menos cinco años desde mi última novia. En fin, que la cita estuvo mejor de lo que esperaba. En el par de semanas en que el que chateamos por Whatsapp incluso habíamos llegado a sextear un poco...