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Cada mañana, al levantarme, lo primero que hago es maldecir mis persistentes pesadillas, así como mi incapacidad de dormir profundamente.
Luego, me tomo un antidepresivo y me hago un café (descafeinado porque mis nervios no aguantarían una taza de esa preciada bebida estimulante).
Mientras tomo mi café, me preparo un cigarrillo, uno aliñado, ya que es la única forma de aplacar esos nervios sin sumergirme en los opioides, y decido no probar bocado, pues mi relación con la comida es, sencillamente, tóxica.
Finalmente, cuando empiezo a despertar, enciendo ese cigarro que acabo de hacer y sedo mis sentidos para evitar pensar, evitar ver, evitar sentir, y evitar vivir.

#depresión #ansiedad #drogas