Cada vez; cada repetitivo momento
en donde nos distanciamos
solo por un corto, pero extenso tormento;
en el cual se siente la fuerza de amarnos.

En esta soledad de la distancia-tiempo
se condimenta el alimento eterno
de sentirnos en alma y cuerpo
para dejar de percibir este insípido invierno:

[A años luz de mí, dulce jazmín]

No hay como este amor
donde la lejanía jamás podrá dividir,
y lo recalco con todo clamor,
que dos corazones unidos tienen un solo latir.

Piensa en mí, cariño mío;
mi amada flor de bello corazón,
tan fuerte como yo te siento a tí; en este vacío
al acostarme y levantarme de este frío colchón.

En esta historia de los dos,
entre letras; suspiros y dedicatorias
vamos comprimiendo el espesor
para recitarnos, entre ojos, mil rapsodias.

Por eso, espérame un poco más amor
entre menos pasos, más quema la atracción
de poder subirnos en ese intenso ascensor
y elevarnos al cosmos; en esta excelsa relación:

[Mi yo en tu yo; tú esencia en mi interior]

No hay como este amor
donde la lejanía jamás podrá dividir,
y lo recalco con todo clamor,
que dos corazones unidos tienen un solo latir.







© ~Cris - Tian~