Ven, siéntate aquí a mi lado.
Todo lo que hacías ya no es importante,
todo lo que tenías ya no tiene valor.
Siéntate y hablemos de lo que hiciste con tu vida.

Me presento: soy la muerte,
es tu momento, es tu hora,
como será para todos.
Ya pasaré por ellos.

Ven, siéntate aquí
y cuéntame de ti.

Ya no importa si fuiste muy pobre,
si cada día te lamentabas y trabajabas para sobrevivir.
Ya no importa si tenías riquezas incalculables,
si eras alguien influyente entre los demás.
Ya no importa si eras el más feo o el más bello,
tus hermosos trajes o tus sencillos harapos,
todo eso ya no importa.

Tampoco importa tu poder,
ese sentimiento de ser irreemplazable,
de sentirte el centro del universo
en tu trono de egocentrismo.
Te contaré un secreto que ya sabías:
el mundo siguió girando,
tu puesto ya tiene reemplazo
y el resto de la humanidad
siguió su vida sin ti.
Ya nada importa.

Tus más bellos sentimientos,
tus más grandes tristezas,
tus mayores alegrías
son solo momentos que ya pasaron.
Muchos recordarán tus acciones,
pero esa carga sobre tus hombros ya no existe.
Tus padecimientos, tus enfermedades,
todo quedó atrás,
en ese cuerpo que fue tu responsabilidad.
Yo no juzgo a nadie,
pero te aviso: los demás sí lo hacen.

Estás aturdido, perdido…
pero libre.
Tranquilo, siéntate y hablemos.
He sido tu compañera desde el día en que fuiste creado.
Siempre he estado aquí,
soy una amiga que te esperaba.
Como tú, todos me temen,
pero ahora que me conoces,
sabes que soy la más bella
y la más segura de las realidades.

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JGCH