En este silencio absoluto, he vuelto.

He vuelto con muchas lágrimas para soltar y mucho anhelo que colorear.

En esta soledad calmada, se pueden sentir las olas de la indiferencia.
Soy como una marea que surge en un instante y que después se va.

Como la presencia y como la vida.

Pensé que las palabras se podían acabar,
que podría sumergirlas hasta el fondo del mar,
y dejarlas ahogarse con un poco de tristeza.
La tristeza,
que pesa,
como la presión del agua arriba de mí.

Aprieta mis lados sensibles y a veces me es difícil salir.
No sé cómo explicar el sentimiento,
no puedo traducir en ningún idioma mi sufrir.

Es subjetivo,
que resulta dañino,
que borra mi sonrisa al verme feliz.

Si tengo que llorar otra vez...
que pronto sea.
Así no me vuelvo un estanque de sentimientos heridos que,
mientras pasan los días,
se llenan.

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