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"Entre el Corazón y la Razón"
En la encrucijada de la vida, donde se bifurcan los senderos,
Un solitario viajero se encuentra, con la mente inquieta y el alma prendida.
A su derecha, un camino se alza, con flores y árboles que danzan,
Una luz cálida ilumina el trayecto, hacia un futuro que la razón alcanza.

En el corazón de un cerebro, un faro de ideas y sueños,
Guía al viajero por el camino de la lógica, de soluciones y teoremas.
Una brisa suave acaricia las hojas, susurrando palabras de sabiduría,
En este camino, el pensamiento reina, con lógica y claridad, sin vacilación.

Pero a su izquierda, se extiende otro camino, oscuro y lleno de misterios,
Un sendero que llama al corazón, con emociones y delirios.
El corazón, un órgano pulsante, lleno de pasión y deseo,
Tira del viajero hacia lo desconocido, hacia un amor que lo cautiva en su vuelo.

Un corazón rojo, latiendo con fuerza, en el cielo nocturno se eleva,
En un mar de estrellas, un faro que invita, hacia un futuro donde el alma se entrega.
Las emociones se desbordan, impulsando al viajero hacia la aventura,
Con el corazón como brújula, abandona la razón, en una búsqueda sin censura.

El viajero, atrapado entre dos caminos, duda, observa y reflexiona,
¿Qué sendero escogerá, qué destino le aguarda, qué futuro le espera?
¿Se dejará llevar por la mente, por la lógica y la razón?
¿O se abandonará al corazón, al amor y la pasión?

El camino del corazón, lleno de incertidumbre y riesgo,
Ofrece un amor intenso, pero también una profunda tristeza.
El camino de la razón, seguro y predecible,
Promete estabilidad y paz, pero también la soledad terrible.

El viajero se debate en la encrucijada, la mente y el corazón en pugna,
Un combate interno que lo atormenta, ¿Qué camino elegirá, quién le dictará su fortuna?
La decisión final reside en él, en su libre albedrío,
Un salto de fe hacia la incertidumbre, un viaje hacia lo que el destino le depare.

En la encrucijada de la vida, elviajero finalmente se detiene,
siente el latido del mundo, el eco de su esencia.
Con un suspiro profundo, cierra los ojos,
y deja que el viento decida, que la vida lo envuelva.

El camino de la razón se aleja, como un susurro lejano,
mientras el corazón late fuerte, como un tambor en la noche.
Con cada paso que da hacia lo desconocido,
se siente más libre, más vivo, dejando atrás el miedo.

Las estrellas brillan más intensas, como si lo animaran,
cada emoción es un faro que guía su andar.
El amor que lo espera al final de este sendero incierto,
es un abrazo cálido que lo envuelve y lo hace soñar.

Así avanza el viajero, en su viaje sin mapa ni destino,
los caminos se entrelazan en una danza eterna.
Y aunque no haya certezas en este viaje arriesgado,
el corazón le susurra: "Aquí es donde perteneces".

En la encrucijada de la vida, ha encontrado su verdad:
que la razón y el corazón son dos caras de una misma moneda.
Y al final del camino, no importa qué sendero tome,
lo esencial es vivir plenamente cada momento que le queda.

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