...

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El tendero
El tendero se rasca la barriga
mientras pasa horas mirando la calle.
A veces tararea con prisa
como si tuviera que impresionar a alguien.
Y tiene cientos de estanterías
llenas de latas en su memoria,
recuerdos que se oxidan cuando la lluvia
deja a los clientes sin escapatoria.
El tendero se echa a soñar.
Al soñar imagina como el niño que juega,
su cara se queda tan vacía como la calle,
entonces se despierta al cerrar los ojos
con su propio reproche agudo.
© Alsajo