Hay un fantasma
que me sigue
a todas partes.

De día tiende velos
ante mis ojos,
carga un puente
sobre mi espalda.

De día tapa mis oídos
y los poros de mi piel
podrida y con ello
me impide escribir nada,
me grita con su voz
espectral,
una verdad o una mentira,
¿qué más da?
que no quiero escuchar.

Me ahoga y
me preocupa,
no respiro y
abre mis ojos.
Deberían estar cerrados,
es de noche.
Me pega la mirada
en el techo y llena
mis venas de veneno.
Me quita el sueño porque
claro,
¿Cómo dormirá quien
aún no ha despertado?

Me aprieta las costillas,
se van a romper y
nunca más contendrán los
monstruos que contienen.

¿Quién iba a decir que
llevaba en mí el mal de
toda una especie?

¿Quién iba a decir
que la barbarie
fue hecha por mi semejante;
Que tras el llanto se esconde
una amarga esperanza de
perro hambriento?

...
¡No lo acepto!
(¿y por qué?)
¡No lo acepto!
...

¿Qué preso firma
su libertad
para luego mirar atrás?
¿Qué clase de prisión fue esa?

Puños y puños
esconden mis sueños,
¿Qué poder esconden?

...
(¿y por qué?)
...

Temo no ser el mismo,
temo perderme en mí mismo,
lloro,
porque soy mejor llorón
que poeta.

...¿y por qué?

¡Odio la libertad que se esconde!
¡Odio la canción de la libertad!
¡Odio los tambores y mis ejércitos!

¡Ya sé que fui rey,
pero dejadme en paz!
¡No seré digno,
nunca más,
de gobernarme a mí mismo!
Todo eso se perdió...
¿Quién me nombró monarca?
Seguro que un Dios perdido...

Ya no soy el mismo,
lloro,
arrastro el cadáver de mi Dios muerto
por este Páramo de maldad.

Y mis manos,
cansadas de arrastrar,
me hacen viejo antes de adulto.

Sin embargo, odio la canción
de la liberación
(...¿y por qué?...)

porque pesa más que las cadenas.

© JoMateix