...

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No hay excusa
Te escribo desde el rincón vacío de mi pecho,
donde el eco de tu voz se desvanece,
como una melodía que no volveré a escuchar.
Mis manos tiemblan, ya no saben cómo sostener
el peso de este arrepentimiento que me hunde.
Te traicioné, como un ave que olvida el nido,
y al volar hacia un horizonte ajeno,
solo encontré el vacío de mi propia sombra.

Amor, he perdido lo único que hacía latir mi mundo:
tus ojos, donde las estrellas se escondían para descansar.
Tu risa, esa que llenaba los rincones más oscuros
de mi alma rota, ha dejado de visitarme.
Yo, ciega y débil, rompí lo sagrado,
desgarré el hilo que tejimos con noches de promesas
y días de sueños compartidos.
Y ahora, solo me queda la certeza de lo irremediable.

No hay excusa que pueda coser lo que destruí,
no hay palabra que cure el veneno que derramé
en la copa de nuestro amor.
Te di...