...

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Somnolencia
El sofá es un barco hundido que se hace eterno al mediodía, cuando mueren los relojes por unos instantes y el sol anda entre bambalinas.
La respiración es silenciosa. Recuerdo que en la juventud eso no importaba, pero que ahora, analizo como un buen médico amateur.
De pronto en eco lejano, unos pequeños ojos lloran escaleras arriba cuando el silencio nos llamaba  a borbotones y rompe el momento de tranquilidad supremo de la tarde.

Subimos las escaleras como quien va a recoger un premio y frente a nosotros, el sueño de la realidad de cuclillas nos saluda con un ademán onírico. La música, repetitiva resuena a lo lejos y sirve de narcótico ritmo para que no se pongan en marcha de nuevo los relojes.

Se ha salvado el momento. Un abrazo preciso, un te quiero de piel a piel y de nuevo en mi barco, navego hacia el horizonte, que poco a poco se va difuminando.
© Víctor García