En una tierra rica en sol y danza,
donde el viento susurra historias de ayer,
muchos miran al norte, al frío y luz de lámpara,
anhelan una vida que jamás verán nacer.

Ven la grandeza en las calles de Nueva York,
su ritmo vibrante, su orgullo sin fin,
pero aquí, en su suelo, de historia y fervor,
solo ven sombra, critica y un sinsabor.

Cantan de París, del arte de su ser,
del Ateneo ilustre y de su bohemia fiel,
más no pisan el barrio, no ven el taller,
donde su pueblo late y se siente piel.

"Si tanto admiras esos aires lejanos,
¿por qué tus pies no parten, no buscan esos vados?"
El corazón pregunta, en un tono callado,
mas su boca no habla, prefiere lo domado.

Sueñan de una Europa llena de esplendor,
donde el arte y la ciencia son el gran bastión,
pero ignoran aquí la lucha y el fervor,
de quienes, sin lamento, buscan su redención.

Talento que migra, que se va sin volver,
buscando en otros mundos el sueño que aquerenciaron,
pero en la partida, ¿qué queda en el haber?
Un vacío inmenso, un eco que olvidaron.

¿Por qué idolatras el suelo extranjero,
si al tus pasos no corres con devoción?
Vivamos y luchemos, construyendo el sendero,
donde el "aquí" sea grande y siembre admiración.

A veces, lo lejano es solo un espejismo,
que ciega y encandila, pero no es verdad,
y el tesoro verdadero, ese es tu mismo,
en la tierra que te llama, en tu realidad.

Valora, pues, tus raíces, tu lugar natal,
corrige, mejora, haz tu entorno brillar,
no es la distancia lo que marca el ideal,
sino la fuerza en tu ser y el saber valorar.

Los Prisioneros.

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