Helios
Todos los días nuestro dorado padre
viene a vernos.
Camina de un horizonte a otro, como
dibujando una sonrisa al firmamento,
y después se esconde dejando
una roja estela en su camino.
Hay días en que su visita es duradera,
y nos regala más de su luz,
Otras veces me pregunto si habré
hecho algo mal,
ya que se marcha temprano y no me
deja verlo como tanto quisiera.
Siempre se para arriba de nosotros, y
estando allí nos mira, dejando posar
su inmensa y amarilla túnica
sobre la madre tierra.
Él brilla para darle vida a nuestras cosechas
y a las flores. A las plantas, que luego comerán
los animales, para luego energizar el cuerpo
de otros animales, hasta nutrir la tierra de nuevo.
Nos ilumina para hacer iluminados nuestros trabajos,
para darnos el calor que protege de la fría tristeza,
y a veces da tanta luz, que me quema!
Eso es, ya que su iluminación siempre
viene con un precio.
Todos los días lo espero, atento
desde la cima del monte,
para así ver como viene de lejos,
hermoso, relampagueando,
ansioso por ver a sus hijos despertar!
Y tengo un secreto:
Que es que no duermo tanto
para descansar, ¡que como por
querer verlo de nuevo!
© Amador Gracián
viene a vernos.
Camina de un horizonte a otro, como
dibujando una sonrisa al firmamento,
y después se esconde dejando
una roja estela en su camino.
Hay días en que su visita es duradera,
y nos regala más de su luz,
Otras veces me pregunto si habré
hecho algo mal,
ya que se marcha temprano y no me
deja verlo como tanto quisiera.
Siempre se para arriba de nosotros, y
estando allí nos mira, dejando posar
su inmensa y amarilla túnica
sobre la madre tierra.
Él brilla para darle vida a nuestras cosechas
y a las flores. A las plantas, que luego comerán
los animales, para luego energizar el cuerpo
de otros animales, hasta nutrir la tierra de nuevo.
Nos ilumina para hacer iluminados nuestros trabajos,
para darnos el calor que protege de la fría tristeza,
y a veces da tanta luz, que me quema!
Eso es, ya que su iluminación siempre
viene con un precio.
Todos los días lo espero, atento
desde la cima del monte,
para así ver como viene de lejos,
hermoso, relampagueando,
ansioso por ver a sus hijos despertar!
Y tengo un secreto:
Que es que no duermo tanto
para descansar, ¡que como por
querer verlo de nuevo!
© Amador Gracián