Si alguien me preguntara si te amé, respondería sin dudar que sí. Pero si quisieran saber cómo te amé, les diría: Te amé como se ama a una rosa única en un jardín repleto de flores, destacando entre todas por su belleza incomparable. Te amé como se aman los sueños más profundos, esos que sólo deseas soñar una y otra vez, porque en ellos habitas tú. Te amé con un corazón que, aunque herido y desgastado, latía con fuerza solo por ti. Te amé como el sonido suave de las gotas de lluvia que traen paz y serenidad al alma. Te amé en esta vida, y sé que te seguiré amando en todas las vidas que están por venir. Porque amarte es, y siempre será, mi razón de existir.

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