...

8 views

#34: GLITTER TEARS
Se oprime el pecho, me sofoca.
Mi cuerpo comienza a contraer sus músculos.
Los fantasmas me arrastran nuevamente por el pasillo de porcelanato blanco y gélido.
Quiero resistir.
Me siguen arrastrando a pesar de mis negativas, del llanto que intento suprimir.
Solo se necesitó una breve comparación que me empujó a lo más profundo de mi oscuridad.
El dolor se volvió palpable.
Pensamientos como lanzas perforaron mi cerebro.
Inyectaron el veneno que comenzó a dejar morir mi estabilidad en una gangrena irreversible.
Millones de injurias se manifestaron con mi propia voz.
Me pellizqué la barriga, me rasguñé las manos como si intentara safarme de aquellos fantasmas que venían por mí.
Sujetaron mi rostro con fuerza y me obligaron a mirar hacia atrás.
Allí vi la obsesión, la necesidad, la comparación, la obligación, la incertidumbre, el celo ponzoñoso, la duda, el conteo de kilogramos dilatados en una balanza, la sensualidad fingida.
El cuerpo era el estandarte del amor.
Nunca sería suficiente lo que hiciera.
Ni el vaivén de las caderas en un rito privado y ultrajado.
Nada de eso traería felicidad.
Humillación tácita entre dos que aceptan un teatro precario donde uno es espectador y se sirve.
Yo soy la bailarina, la actriz que enmascara su temor al abandono.
Sólo se necesitó un par de palabras escupidas al aire como si fueran inofensivas pero son certeras.
Me arrastran a un infierno olvidado.
Me encadenan a la tristeza, al temor de jamás ser amada por quien soy y no por mi carcasa que se vuelve obsoleta.
El presente es diferente al ayer pero los fantasmas lograron que me sumerja al abismo.
Las heridas emergen como si nunca hubieran sido curadas.
Y el corazón se vuelve añícos ante una canción que me alienta a llorar como yo sola puedo hacerlo.
En cada lágrima se cae mi valía, mi paz y mi tregua con mi propia compañía.
Son brillantes, de glitter espeso que deja de adornarme el cielo y pasa el ocaso ante mis pupilas.
Me repito que debo volver al presente.
Pero no puedo...
Hoy no puedo ver nada más que párpados hinchados, mirada vacía y ojerosa.
Un glitter desparramado al vacío.
Y un dolor que quiere quedarse para siempre.

© Emilia R.B