Algo que me costó entender, es que el dolor
se iría. Me quedaba llorando diciendo que no quería más sentir esto que sentía, pero no aceptaba
que se marcharia.

Suponía que se pegaría a mi alma para siempre,
y que me tendría que acostumbrar a verme bien,
aunque no lo estabas, delante de la gente.

No buscaba la solución a mi dolor y solo culpaba
al amor, Pero eso era para hacerme la fuerte.
Porque en el fondo todos nos cansamos de sentir,
lo que lleva al odio recurrir y odiar ese dolor
que nos destruye hasta el fin.

Ningún dolor es para siempre, marca esa frase en tu mente y reflexionala lentamente, porque ella fue que hizo calmar las voces de mi subconsciente.

Dónde entendí que pronto sería más feliz y solo tendría que saber, que el dolor que se marcaba en mi pecho y lo reflejaba en mis lágrimas, solo eran consecuencias de lo que no soltaba.