Aprendí a olvidarte, pero me empeño en extrañarte
Mi cama extraña tu cuerpo,
hoy mi cuarto es de hielo,
las paredes están que lloran
y el techo es mi único cielo.
El viejo reloj que no camina
solo tiene las horas exactas
un par de veces al día
y mi ventilador
sopla aires de agonía.
En la mesa de noche
tengo puesto tu olor,
ese que sin ningún reproche
se quedó a mi lado sin temor.
Cuando enciendo la lamparita
aún veo tu silueta,
y en la antigua gaveta
guardo un beso fresco,
ese que no sé si fue sincero
o fue otro de esos pasajeros.
Al llegar la mañana
se cuela un rayo de sol por la ventana
y a contraluz se vislumbra tu sombra
como un dardo envenenado
y no sé si lo has notado
pero tú no estás aquí ni allá,
porque, aunque te fuiste
aún sigues presente
y...
hoy mi cuarto es de hielo,
las paredes están que lloran
y el techo es mi único cielo.
El viejo reloj que no camina
solo tiene las horas exactas
un par de veces al día
y mi ventilador
sopla aires de agonía.
En la mesa de noche
tengo puesto tu olor,
ese que sin ningún reproche
se quedó a mi lado sin temor.
Cuando enciendo la lamparita
aún veo tu silueta,
y en la antigua gaveta
guardo un beso fresco,
ese que no sé si fue sincero
o fue otro de esos pasajeros.
Al llegar la mañana
se cuela un rayo de sol por la ventana
y a contraluz se vislumbra tu sombra
como un dardo envenenado
y no sé si lo has notado
pero tú no estás aquí ni allá,
porque, aunque te fuiste
aún sigues presente
y...