Dulce agonía de dos
Me matas con tu aroma imaginario sin olerlo,
ahora imagina que serían de tus besos sin dueño,
me extraviarías por un instante en tu mal sempiterno,
y yo más alegre que nunca guardaría el recuerdo.
Jamás me has regalado algún beso que cure miedos,
solo quiero lujuria al compás de un dolor moderno,
remodelemos el sentir nefasto que tenemos,
y olvidémonos del mundo por tan sólo un momento.
Jamás nos hemos amado sin hacer daño a tiempo,
y el poco que tuvimos lo gastamos sin quererlo,
seamos dueños del tiempo una vez más sin contar miedos,
y mejor contemos los lunares qué hay en tu cuerpo.
Sé que para ti es algo nuevo intentar desde cero,
y para mi no es nada nuevo fallar en tu cielo,
que si no encuentro exilio tú credo será el invierno,
que congele aquel momento único después de vernos.
Parezco un vil descarado escribiendo estos mugres textos,
que no tienen más objetivo que objetar lo que siento,
y no siento más que esta lujuria que come por dentro,
lamento mirarte como presa en mis fauces de acero.
Pero déjame tocar tu piel, solo una vez,
después de esa última vez...
ahora imagina que serían de tus besos sin dueño,
me extraviarías por un instante en tu mal sempiterno,
y yo más alegre que nunca guardaría el recuerdo.
Jamás me has regalado algún beso que cure miedos,
solo quiero lujuria al compás de un dolor moderno,
remodelemos el sentir nefasto que tenemos,
y olvidémonos del mundo por tan sólo un momento.
Jamás nos hemos amado sin hacer daño a tiempo,
y el poco que tuvimos lo gastamos sin quererlo,
seamos dueños del tiempo una vez más sin contar miedos,
y mejor contemos los lunares qué hay en tu cuerpo.
Sé que para ti es algo nuevo intentar desde cero,
y para mi no es nada nuevo fallar en tu cielo,
que si no encuentro exilio tú credo será el invierno,
que congele aquel momento único después de vernos.
Parezco un vil descarado escribiendo estos mugres textos,
que no tienen más objetivo que objetar lo que siento,
y no siento más que esta lujuria que come por dentro,
lamento mirarte como presa en mis fauces de acero.
Pero déjame tocar tu piel, solo una vez,
después de esa última vez...