Rastros de sangre en la senda
Y las dagas aparecieron;
afiladas palabras,
atravesando mi pecho.
No hay como lo inevitable,
eso que esperas
a total sorpresa, nunca te pase.
Palabras metálicas oxidadas
dejando una profunda
herida que jamás sana.
Siempre supurando
la desdicha, la pena;
dolor por almas ajenas.
Y que no...
afiladas palabras,
atravesando mi pecho.
No hay como lo inevitable,
eso que esperas
a total sorpresa, nunca te pase.
Palabras metálicas oxidadas
dejando una profunda
herida que jamás sana.
Siempre supurando
la desdicha, la pena;
dolor por almas ajenas.
Y que no...