Me arrancaré los ojos para no ver tu aura,
destello maldito de tristes augurios.
Caerá sangre roja de cuencas vacías,
reflejo de aquello que esconde tu alma.
Maldigo a la vida por ese camino,
por ese destino directo a tu encuentro.
Mientras muero lento bebiendo del odio,
que ofrece la fuente en tu frío corazón.
Tenias razón, no te olvidaré nunca,
epitafio en mi tumba, tu nombre grabado.
Yo un ser devastado perdido en la noche,
por el callejón a la entrada al infierno.
Mi musa de invierno ahora es mi demonio,
en el manicomio que es nuestro recuerdo.
Y pierdo lo cuerdo, grito enagenado,
revivo el pasado, besos de veneno.
Fuiste el queroseno matando sonrisas,
se fué con...