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Esencia Silvestre
En el lienzo verde del mundo, la naturaleza despliega su gran orquesta,
cada nota, cada matiz, una melodía que al alma embriaga y molesta.
Desde las alturas majestuosas de las montañas hasta el más diminuto rincón,
cada trazo de vida es un poema que se escribe en la eterna canción.

Los picos, como gigantes de roca, desafían al cielo con su altivez,
testigos mudos del tiempo, en su eterno y lento proceso de lucidez.
El viento, con su aliento suave, acaricia las copas de los árboles,
mientras el sol, con su luz dorada, pinta los valles con tonos inolvidables.

En cada flor que se mece con gracia en la brisa de la mañana,
la esencia misma de la belleza se revela, como una joya que emana.
Una sinfonía de colores y aromas se despliega en el aire,
como un regalo divino para aquellos que saben apreciar.

Una gota de rocío, como un diamante líquido en la hierba,
refleja el mundo en su pequeña esfera, una maravilla que asombra y acerba.
En su fragilidad se encuentra la grandeza de la vida,
la naturaleza en su forma más simple, una lección sin medida.

La majestuosidad de las montañas, la delicadeza de una flor en su tallo,
cada aspecto del paisaje es un poema que nos envuelve con su halo.
En cada rincón escondido y en cada detalle insignificante,
la naturaleza nos revela su belleza, una obra maestra constante.

© Leley "Blue"